Decía hace unos días el mítico George Weah, único Balón de Oro africano y actual presidente de Liberia, que cuando tenía un mal día en el trabajo se ponía un partido de fútbol de sus equipos para olvidarlo. Y empezó a enumerarlos, nombrando a varios de los clubes en los que desarrolló su carrera hasta que de repente, sorprendentemente, mencionó a uno con el que nunca tuvo relación, el Atlético de Madrid. Quién sabe por qué y de dónde viene ese inesperado cariño, pero lo cierto es que si este jueves eligió su partido de Copa del Rey ante el modestísimo Vic para animarse, no fue precisamente correspondido ni estuvo cerca de lograr su objetivo.
Se puede decir, de hecho, que Weah tomó la peor de las decisiones posibles si buscaba divertirse un rato. A no ser que, no tiene pinta por cómo jugaba, se conforme con ser simplemente un tipo resultadista. Vistiendo de gris se presentó el Atlético en Vic, y así fue su partido. Muy gris. Ganó (0-2) y clasificó, sí, pero convenció entre nada y menos. Y eso que era, sin duda, el mayor David contra Goliat de toda la primera ronda de la Copa. Un equipo modestísimo, de la sexta categoría del fútbol español, frente al cuarto club con más triunfos en la competición del KO. Pero ni con esas tuvo un partido plácido el Atlético, que por momentos y siendo como era la noche de Halloween, estuvo cerca de vivir una pesadilla. La sorteó Julián, con dos goles a última hora, pero eso no evitó que los colchoneros se fueran de Vic incrementando las malas sensaciones de unas semanas para olvidar.
Porque llegaba muy tocado el Atlético a Vic, y a pesar de la victoria se fue de la misma manera de allí. No estaba el panorama en el club rojiblanco, a la vista de lo ocurrido en los últimos partidos, como para ir tomándose las cosas a la ligera, y Simeone es plenamente consciente de ello. Ni siquiera en un escenario como el de este jueves, contra un equipo de la Liga Élite catalana, cinco categorías por debajo de la Primera División, había espacio para las confianzas. Aunque rotó, el técnico argentino presentó un once con apenas un par de canteranos, Kostis y Javi Serrano, y hasta nueve jugadores que son, o han sido, internacionales con sus selecciones.
De ellos, le cayó el brazalete a Correa, el más veterano. Y el único de los once titulares, junto a Giuliano, que hizo gala un poco de amor propio en un partido. Lo intentó primero él mismo, cuando tras un buen balón filtrado de Gallagher falló en el mano a mano ante un Agustín Mora que achicó rápido. Y después dio un paso atrás para surtir de balones a sus compañeros delanteros. Pero los Sorloth, Riquelme y compañía se encargaron de hacerlos malos con una colección de controles impropios de jugadores de élite.
Dominaba el Atlético en el césped artificial del Estadio Hipòlit Planàs, que menos, pero le costaba al equipo de Simeone meterle ritmo al partido. La sensación de que el gol podía llegar en cualquier momento estaba ahí, fruto de la patente superioridad técnica. Pero era más sensación que realidad de un equipo al que cuando llegaba a la frontal del área del Vic se la apagaba la luz.
Sorloth, de nuevo señalado
Se replegaba bien el equipo catalán, que en lo que se refiera a sacrificio y compromiso defensivo iba sobrado. Y la verdad que no sufría en exceso, pertrechado en su área ante un Atlético timorato y que iba a peor conforme avanzaban los minutos en la primera mitad. Simeone, en esta ocasión con chándal en lugar de traje, no paraba de dar indicaciones a sus jugadores, pero la cosa no mejoraba.
La tuvo, eso sí, Sorloth justo antes del descanso. Le dejó en el mano a mano Correa, quién si no, pero antes de que el noruego armara el disparo apareció el centrocampista del Vic Pradas para cortar su disparo con una mano clamarosa que no vio Cuadra Fernández. Un penalti sin discusión que habría revisado el VAR… de haberlo habido en la primera ronda de la Copa. Pero no, no hay tecnología a estas alturas y la acción del defesor catalán pasó de temeridad a heroicidad con el beneplácito del árbitro.
Así, con el 0-0 inicial, se llegó a un descanso que suplentes y titulares del Vic celebraron en pleno césped como si casi fuera una victoria. Tan mal lo vio Simeone que a la vuelta de vestuarios se cargó a los dos canteranos para dar entrada a Koke y el recién salido de lesión Lemar. Y también a Javi Galán, señalando de nuevo a un Sorloth que no ve puerta ni ante un equipo de sexta categoría y que restaba en las demás facetas: 9 pérdidas de los 20 balones que tocó.
Metió una marcha más el Atlético tras la reanudación, pero ahí apareció el portero Mora para eregirse como héroe cimentando el mejor partido de su vida y dando oxígeno a los suyos. Para su recuerdo quedará la foto de la palomita con la que sacó un durísimo disparo lejano de Nahuel que iba directo a la escuadra de su portería. O la del mano a mano, el segundo de la noche, que le rebañó a Correa apenas un par de minutos después.
Pasaban los minutos y el Atlético seguía sin ver puerta. Y el Vic se crecía, empezando a acercarse al área de Musso con mucho peligro. Hasta tres ocasiones de entidad tuvieron los catalanes, todas surgidas en las botas de un Didac Sierra hiperactivo desde el extremo derecho del campo. Suficiente para Simeone, que se dejó definitivamente de descansos y metió a sus dos estrellas al campo. Griezmann y Julián, al verde.
Fue precisamente el argentino, tras un penalti riguroso a Giuliano, el que en el minuto 80 resolvió el entuerto. Y el que sentenció en el descuento, con otro tanto esta vez a la contra y a pase de Correa cuando el Vic se volcó en busca del empate. Resolvió Julián con un doblete un partido que se complicó para los de Simeone más de lo admisible por la diferencia de niveles. Nada nuevo en una temporada que ha empezado retorcida.