Evacuar personas atrapadas, sobre todo las más débiles o con problemas de movilidad; buscar desaparecidos; remover obstáculos en las vías de comunicación… y ahora, levantar cadáveres. La tarea se les ha multiplicado a varios miles de miembros de las Fuerzas de Seguridad, los ejércitos y Protección Civil cuando aún no han transcurrido 24 horas de lo peor del aguacero y el vendaval que ha devastado vidas y haciendas en el Este y Sureste de España.
Hay movilizados tras esta DANA, según ha resumido este miércoles el Comité de Crisis reunido en Moncloa, 1.116 militares de la UME, 200 soldados del Ejército de Tierra, 344 vehículos -incluidos helicópteros de los ejércitos de Tierra y Aire-, 750 guardias civiles y 100 policías nacionales, además de los agentes de las distintas policías locales y las unidades de Protección Civil en los municipios de las zonas atacadas por la DANA.
Todo este trabajo se ha de llevar a cabo en un área de afectación de cerca de 50.000 kilómetros cuadrados, en las provincias de Valencia, Albacete, Cuenca y Málaga, una superficie más grande que Bélgica, con la dificultad añadida de las vías de acceso cortadas, que en la zona del Júcar hacían imposible el acceso rodado a numerosas localidades incluso al medio día.
En los alrededores de la ciudad de Valencia, un mar marrón podía verse desde el helicóptero de la Policía Nacional, con centenares de vehículos carados en le barro en las cunetas y en el centro, también, de las autovías de acceso.
Guerrilleros
Descontados los guardias civiles, y aparte de los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME), a los que la Comunitat Valenciana llamó al final de la tarde de ayer, los primeros militares que se activaron para ayudar gente en plena tormenta fueron los 16 boinas verdes del Mando de Operaciones Especiales (MOE) que se encontraban haciendo unas pequeñas maniobras en plena noche en un monte de Albacete. Fueron los primeros en llegar a la localidad manchega de Letur, donde el miedo se adueñó del vecindario y donde, con las primeras luces del día, se hacía absoluta la desolación y se buscaba sin éxito a siete vecinos.
Los soldados han seguido trabajando a lo largo de la mañana en el pueblo albaceteño, entre toneladas de barro, ramas y cascotes, mientras el MOE les enviaba refuerzos: otros dos grupos de guerrilleros que se les unieron posteriormente.
Pero la tropa más numerosa movilizada por Defensa ha sido la de la UME, y no solo sus soldados especialistas en desastres, también a su equipo de psicólogos. En la zona de Valencia se iban desplegando por la mañana 250 de estos militares, mientras se mantenían en espera de órdenes y asignación de zonas otros 784 que han ido siendo también activados.
La maquinaria de la UME ha tenido un papel importante en algunas localidades, relatan fuentes próximas al operativo, cuando se trataba de liberar a vecinos atrapados en plantas superiores de sus viviendas, sin poder salir al río de metro y medio de profundo en que se había convertido la calle. Algunas de estas personas, ancianos sobre todo, han salido de sus casas por una ventana, montando en la pala de una excavadora militar.
Morgues y aeronaves
Por la dificultad del acceso por carretera, llegar por aire se ha convertido en una necesidad de primer orden durante la jornada. El Ejército del Aire y el Espacio ha desplegado un helicóptero NH 90 del Ala 48, basado en Cuatro Vientos (Madrid) para colaborar en tareas de rescate y evacuación de civiles afectados por la DANA. También mantiene en situación de “prevengan” otro helicóptero más del Ala 78 en la base de Armilla (Granada) y otro del Ala 49, con base en Palma de Mallorca.
Por su parte, el Ejército de Tierra ha movilizado dos aeronaves del Batallón de Helicópteros de Emergencia, puestos bajo mando operativo de la UME, un Cougar con capacidad para 15 personas y un EC135, más ligero, pero más versátil.
La propia ministra de Defensa, Margarita Robles, ofrecía por la mañana a las autoridades autonómicas morgues móviles del Ejército, necesarias para guardar o trasladar cadáveres.
La gestión de los muertos se ha convertido en una penosa tarea para guardias civiles y policías. A lo largo de la jornada, enfrentadas en primer lugar las consecuencias más urgentes del temporal, hallados los primeros 63 cuerpos en Valencia y Cuenca, se procedía a las labores de levantamiento de cadáveres.
En Valencia, la Policía Nacional ha tenido que acordonar la ciudad de la Justicia. En el sótano de su edificio principal se instalaba la que iba a ser la morgue más llena desde los días críticos de la pandemia. Guardia Civil y Policía han establecidos puntos «antemortem», para toma de pruebas biológicas a familiares en los casos en que la identificación del cadáver resulta muy dificultosa.
«No salgan»
Entre tanto, la Guardia Civil se ha empleado con drones para localizar a personas y animales atrapados en alquerías aldeas. Dice una fuente del Instituto Armado que «sin los drones habríamos tardado más del doble en encontrar a la gente». Los robots voladores mandaban a los centros de coordinación imágenes de vida entre el barro, ganado nadando o paralizado por el fango, vecinos encaramados con sus mascotas a los tejados de graneros y viviendas…
Las distintas comandancias han activado lanchas y buzos especialistas en Málaga y Valencia, y un grupo de rescate de montaña en Letur (Albacete) para poder moverse por las cárcavas que han dejado los torrentes, puntos en los que, por experiencia, saben que el agua puede terminar dejando sus presas. Los agentes, algunos de los cuales ya estaban trabajando durante la noche bajo el aguacero, buscaban personas cuando aún no había amanecido del todo, con la ayuda de linternas y focos.
En algunos casos, desplazarse por la riada ha sido complicado: «No se ven las ramas hundidas, y atrapan las embarcaciones. Los obstáculos hacen muy fatigoso el trabajo», relata la fuente mencionada.
En las zonas urbanas de la provincia de Valencia, los bomberos se han visto obligados a difundir con altavoces por las calles consignas llamando a la prudencia a la gente, pidiéndoles que no salgan a las calles, que no contribuyan a hacer más complicada la movilidad de los equipos de rescate. Pero un aluvión de bulos ha seguido al aguacero de la DANA, y en las zonas donde han podido sacar los coches, numerosas personas se han dirigido a grandes centros comerciales a vaciar los estantes de agua embotellada, pues han creído los mensajes difundidos en redes sociales, relatando que las ciudades se iban a quedar sin agua potable.