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Dr. Óscar Ruiz Moreno, jefe de Sección Retina Médica en el Hospital Universitario Miguel Servet y en ARAVIS Clínica Oftalmológica.
Dr. Óscar Ruiz Moreno, jefe de Sección Retina Médica en el Hospital Universitario Miguel Servet y en ARAVIS Clínica Oftalmológica.

Cada vez vivimos más. En el transcurso del siglo XX, la esperanza de vida en los países de altos ingresos ha aumentado en aproximadamente 30 años. Esto significa que hoy en día vivimos lo suficiente para envejecer y, por ende, para ver como nuestro cuerpo -nuestra máquina- se va deteriorando con el uso. Sin duda, una de las partes más delicadas y vulnerables al paso del tiempo son los ojos.

“Tenemos que asumir que este aumento de la expectativa de vida va asociado, en muchos casos, a problemas físicos y oculares ya que nuestro cuerpo no está preparado para vivir tantos años”, reflexiona al respecto el Dr. Óscar Ruiz Moreno, jefe de Sección Retina Médica en el Hospital Universitario Miguel Servet y en ARAVIS Clínica Oftalmológica. De igual modo, el Dr. Francisco Javier Ascaso, Profesor Titular de Oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, destaca como “las principales patologías oftalmológicas (DMAE, glaucoma, catarata y retinopatía diabética) van ligadas al proceso de envejecimiento” lo que hace que hoy en día “la oftalmología se haya convertido en una de las especialidades con más demanda del sistema sanitario”. Tanto es así que, según datos facilitados por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, quien requiera ser visto por un oftalmólogo se enfrenta a la lista de espera más larga en consultas externas, con una media de espera de 74 días.

Dr. Javier Ascaso, Profesor Titular de Oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.
Dr. Javier Ascaso, Profesor Titular de Oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.

Esta alta demanda y los largos periodos de espera pueden traer consigo el retraso en el diagnóstico y tratamiento de las ya mencionadas degeneración macular asociada a la edad -DMAE- y retinopatía diabética (origen del edema macular diabético -EMD-), dos enfermedades que se producen cuando se daña la parte central de la retina, la mácula. Ambas condiciones afectan profundamente a la calidad de vida de quienes conviven con ellas y son las principales causas de pérdida de visión a nivel mundial.

DMAEn y ceguera

La DMAE “se produce como consecuencia del deterioro de la retina y de la coroides (capa que envuelve a la retina que es como una esponja llena de vasos sanguíneos y aporta nutrientes y oxígeno a la parte más externa de la retina). Al faltar oxígeno se produce una tendencia a la atrofia (forma seca o atrófica) o una proliferación de nuevos vasos sanguíneos (forma húmeda, exudativa o neovascular)”, describe el doctor O. Ruiz Moreno. La primera es más frecuente y su progresión más lenta. La segunda representa el 20% de los casos, pero es la más agresiva y, si no se trata a tiempo, puede conducir a la pérdida de visión central en muy poco tiempo.

DMAEn y EMD, las huellas del envejecimiento en la salud ocular.

“En la forma neovascular –DMAEn– el deterioro suele ser más rápido e irreversible. Los síntomas más frecuentes son deterioro de la visión, imágenes borrosas, zonas de no visión y distorsión de las líneas rectas (marcos de puerta, ventanas etc.)”, añade el especialista. En pocas semanas los pacientes pueden pasar de estos síntomas a la ceguera legal. Decimos “legal” porque la persona no está ciega totalmente, conserva la visión periférica, pero al haber perdido la visión central no puede reconocer caras o realizar acciones tan cotidianas como leer o conducir.

Aunque las causas exactas de la DMAE aún se desconocen, existen múltiples factores de riesgo. Algunos de ellos, como la edad o predisposición genética, no se pueden controlar, pero sí existen otras variables modificables que aceleran el deterioro de la retina como “el tabaquismo, el alcohol, una dieta pobre en frutas y verduras, el exceso de radiación solar…”, enumera el doctor O. Ruiz Moreno.

Diabetes y EMD

En el caso del edema macular diabético nos encontramos “un encharcamiento de la mácula debido a la alteración de los vasos retinianos que se produce en la retinopatía diabética”, explica el doctor Ascaso. La acumulación de líquido provoca un engrosamiento de la retina que puede ocasionar visión borrosa, manchas flotantes, pérdida de visión y, en algunos casos ceguera. De hecho, actualmente el EMD es la principal causa de discapacidad visual severa en España.

La causa del EMD tiene nombre propio, diabetes. Un mal control de la glucosa en sangre es el que produce el daño en los capilares de la retina, pero igualmente, el doctor Ascaso incide en lo arriesgado que resulta “el consumo de tabaco y alcohol” para estos pacientes.

La importancia del diagnóstico temprano

Uno de los principales retos en el abordaje de ambas patologías es su detección precoz. Cuando aparecen los síntomas muchas personas no los reconocen de inmediato o los confunden con signos normales del envejecimiento por lo que cuando llegan a la consulta del especialista la enfermedad ya se encuentra en fases muy avanzadas.

Para intentar detectar y tratar estas enfermedades de la retina lo antes posible, es muy importante acudir a revisiones médicas periódicas y consultar a nuestro médico de atención primaria o especialista ante cualquier síntoma de los mencionados”, recalca el doctor O. Ruiz Moreno.

“Cuanto antes se diagnostican estos procesos, más precozmente puede instaurarse el tratamiento y mejor pronóstico visual se logra. Si las patologías se cronifican sin el adecuado tratamiento, el deterioro de los fotorreceptores provocará una pérdida visual irreversible”, indica el doctor Ascaso.

Tratamientos eficaces, seguros y duraderos

“En la actualidad ambas patologías, DMAE húmeda y edema macular diabético, se tratan fundamentalmente mediante terapia intravítrea, tanto con antiangiogénicos como con corticoides”, explica el doctor Ascaso. Esta terapia consiste en administrar estos tipos de fármacos mediante inyecciones dentro del ojo. Estos tratamientos, que pueden impedir la progresión de la enfermedad y conservar la agudeza visual, comenzaron a utilizarse en España a partir del año 2007. Su eficacia está probada y dibujan un horizonte esperanzador para los pacientes, pero tienen como inconveniente la frecuencia del tratamiento. “Su uso repetido obliga a estos enfermos, muchas veces mayores y con otras comorbilidades, a acudir numerosas veces al hospital. También conllevan una sobrecarga para los familiares que han de acompañarlos y para los sistemas sanitarios, subraya el especialista.

DMAEn y EMD, las huellas del envejecimiento en la salud ocular.

Efectivamente, ambas patologías son un desafío para la salud pública debido a su alta prevalencia y su impacto en la calidad de vida de los pacientes. “Hay que coordinar un gran número de visitas y tratamientos, convencer al paciente y familiares de lo importante que es acudir a todas las consultas y no demorar o cambiar los tratamientos. Esta sobrecarga de actividad que implica a personal de secretaría, optometristas, enfermeros y oftalmólogos está desbordando a los servicios de oftalmología. Afortunadamente, en algunos hospitales se han establecido ya unidades de tratamiento intravítreo con el fin de responder adecuadamente a la demanda”, explica el doctor O. Ruiz Moreno.

Además, los investigadores siguen buscado una mejor forma de tratar a las personas con DMAEn y EDM. “Se han desarrollado nuevos fármacos más potentes y duraderos que permiten una respuesta más rápida al tratamiento y aumentar el intervalo de tiempo entre inyecciones, celebra el doctor O. Ruiz Moreno, mientras Ascaso apunta la posibilidad de lograr “vías de administración más sencillas que la inyección intraocular, como la oral o subcutánea. Al prevenir el deterioro de la visión con menos inyecciones o nuevas vías de administración mejoraría la adherencia al tratamiento, disminuiría la carga y el estrés del paciente y, por tanto, contribuiría a garantizar una mejor calidad de vida en la vejez.

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