El ictus es la principal causa de discapacidad en adultos. Y la segunda causa de muerte más común, después de la cardiopatía isquémica.
Cada año, en todo el mundo, se producen casi 12 millones de casos y más de 7 millones de fallecimientos. Este martes, 29 de octubre, se celebra el Día Mundial del Ictus.
En los últimos 30 años, se ha producido un aumento del 70% en el número de casos y un 44% más de muertes.
En nuestro país, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), hay más de 90.000 nuevos casos de ictus. Y anualmente fallecen 23.000 personas.
Como explica a ‘Guías de Salud’ el doctor Juan Carlos Portilla, coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres, la edad es el principal factor de riesgo.
El 25% de las personas que sufren ictus son jóvenes
Sin embargo, en los últimos años ha aumentado notablemente la incidencia de ictus en adultos jóvenes, entre los 25 y 64 años. “Ahora mismo suponen el 25% de todos los ingresos hospitalarios por esta enfermedad”.
Íñigo Uriarte, de 47 años, sufrió un ictus criptogénico, es decir, de origen desconocido, en noviembre de 2022. Ocurrió trabajando desde casa. “Estaba solo, me empecé a marear, vomité y empecé a oír pitidos en la cabeza”, cuenta por teléfono. Tirado en medio del suelo, pudo llamar al 112, que activaron rápidamente el “código ictus”.
Íñigo se enteró de la enfermedad que le había llevado a urgencias “cuando leí el papel que acompaña a la comida en el hospital”. “No tenía ni idea de qué era un ictus, los síntomas que producía y si era normal que le ocurriera a personas jóvenes sin patologías previas”.
¿Qué es el “código ictus» y por qué es tan importante?
Se trata de un procedimiento de actuación sanitaria prehospitalaria, en el que se reconocen precozmente los signos y síntomas de un ictus para la priorización de cuidados y el tratamiento. Así, los pacientes llegan directamente a la Unidad de Ictus, donde están perfectamente preparados para atender a pacientes con esta enfermedad.
El objetivo de este código es que no pasen más de dos horas desde el comienzo de los síntomas hasta la llegada a un centro hospitalario. De acuerdo a los datos de la Fundación Freno al Ictus, el 80% de aquellos casos que entran a través del “código ictus” no presentan secuelas o son moderadas.
Casi dos años después, Íñigo está completamente recuperado del ictus y lleva una vida normal, sin prácticamente secuelas.
“Las visibles son muy pocas, aunque aún tengo algunas en la parte izquierda del cuerpo. Hay mucha gente que después de haber sufrido un ictus tiene problemas de concentración o que apenas soportan el ruido”.
Experiencia cercana a la muerte
Hace una vida “relativamente normal”, pero reconoce que “tengo miedo todo el rato y ya forma parte de mi vida”. Ha vivido una “experiencia cercana a la muerte” y los neurólogos le dijeron que es un superviviente.
La depresión y la ansiedad son consecuencias psicológicas bastante frecuentes en este tipo de pacientes. No obstante, recuperar las actividades del día a día también puede ayudar a “pasar página”.
Por eso, además del apoyo de familiares y amigos, y el sentido del humor, el deporte ha jugado un papel fundamental en todo el proceso después de la enfermedad.
Corredor de montaña, ha demostrado que el deporte es clave para la recuperación del ictus. “El primer día que salí a correr lo hice alrededor del hospital, ya que sentía miedo de que me volviera a ocurrir un derrame cerebral”.
Desde que sufrí un ictus en 2022, vivo con el miedo en el cuerpo, pero no me impide hacer mi vida normal
Y es que Íñigo no tenía ninguna patología previa, ni problemas de corazón, diabetes o colesterol que le avisaran de que podría sufrir un ictus en el futuro. Y eso es, precisamente, lo que provoca que viva con “el miedo metido en el cuerpo”.
Al contrario de lo que muchos podemos llegar a pensar, el ictus “no es una enfermedad exclusiva de la tercera edad”.
¿Por qué cada vez hay más casos de ictus en jóvenes?
El ictus es una enfermedad que, clásicamente, está asociada a la edad. El doctor Portilla subraya que, generalmente, se produce a partir de los 65 años. Aunque infrecuentes, se pueden dar casos de ictus infantil.
El aumento de casos en adultos jóvenes, recalca, está asociado a los factores de riesgo que afectan a ese grupo de edad.
“Por ejemplo, el estrés asociado al trabajo es más frecuente en las personas de mediana edad, por lo que tienen mayor predisposición a sufrir un ictus si además sumamos otros factores de riesgo como la hipertensión arterial, el sedentarismo o la obesidad”.
Otros malos hábitos como una mala alimentación, el tabaquismo u otras drogas, son responsables de muchos casos de ictus, del que existen dos tipos:
- El ictus isquémico, al que corresponden casi el 80% de los casos de ictus que se dan en España, y que se produce cuando un trombo impide u obstaculiza la llegada de sangre al cerebro.
- El ictus hemorrágico, que supondría casi el 20% de los casos restantes, y que se genera cuando es la rotura de alguno de los vasos sanguíneos del cerebro la que compromete la circulación sanguínea.
La rapidez con la que se reconocen los síntomas y la atención médica es fundamental para un buen pronóstico.
La Sociedad Española de Neurología estima que solo un 50% de la población española sabe reconocer los síntomas de esta enfermedad y que el porcentaje de población que sabe que ante cualquier síntoma de ictus se debe llamar a emergencias es aún menor.
Si un paciente no es atendido en las primeras horas, la probabilidad de morir o quedar con una discapacidad grave se reduce a la mitad.
Por cada minuto que pasa sin que llegue la sangre al cerebro se mueren casi dos millones de neuronas. Ante la mínima sospecha de ictus, hay que avisar inmediatamente a los servicios de emergencia para minimizar las secuelas.
Señales de alarma de ictus
Todos somos “potenciales candidatos a padecer un ictus”. La probabilidad aumenta si se reúnen algunos de los factores de riesgo.
Es vital conocer cuáles son los síntomas para reconocer con prontitud la presencia de enfermedad y acudir lo antes posible al hospital.
- Pérdida de fuerza de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
- Trastornos de la sensibilidad, sensación de hormigueo de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
- Pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos.
- Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse.
- Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
- Sensación de vértigo intensa, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas.
Es fundamental llamar al 112, incluso aunque desaparezcan a los pocos minutos.