- Riesgo de plagas
- La falta de lluvias, el principal problema
- Marruecos toma la delantera a España en exportaciones
- La anterior campaña resultó poco rentable para los agricultores
- El tomate sube un 669% su precio del campo a la mesa
La campaña de tomate de invernadero en Almería –que acaba de arrancar– se enfrenta a un escenario complicado debido a la persistente sequía que afecta a la región. A los agricultores no les queda más remedio que recurrir al agua desalinizada para poder regar sus cultivos, lo que incrementa los costes de producción y vaticina una subida de precios.
Adoración Blanque, presidenta de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Almería, explica a Confidencial Digital que este problema ha sido constante durante varios años, y que este no es una excepción: “En tema de sequía estamos peor”.
Riesgo de plagas
A pesar de las dificultades, Blanque señala que se ha sembrado el 100% de la superficie prevista, unas 9.000 hectáreas. Sin embargo, aunque las previsiones de producción son similares a las del año pasado, el desarrollo de la campaña dependerá de diversos factores, como de las condiciones climáticas (el tomate crece con temperaturas cálidas y humedad) y de posibles plagas que puedan afectar a la cosecha.
La falta de lluvias, el principal problema
La falta de agua es el principal desafío que enfrentan los productores almerienses. Según Blanque, la situación es especialmente grave porque el año que llueve, la campaña «se recupera solo un poquito». La desalinización ha sido la única solución viable para mantener los rendimientos, pero no sin un coste elevado.
Concretamente, los agricultores de Almería que recurren a este método para regar sus cultivos están pagando, tras una reducción de precios aprobada en 2023 por el Gobierno, entre 0,40 y 0,47 euros por metro cúbico de agua. Antes de la rebaja, el coste alcanzaba los 1,40 euros.
Marruecos toma la delantera a España en exportaciones
Además de la sequía, los agricultores deben hacer frente a la competencia de terceros países. La rentabilidad también depende del nivel de exportaciones de los principales competidores, recuerda la presidenta de ASAJA Almería.
En los últimos cinco años, España ha perdido una parte significativa de su mercado como proveedor de tomate a la Unión Europea, siendo superada por Marruecos y los Países Bajos. Según un informe de Hortoinfo basado en datos de Euroestacom (ICEX-Eurostat), los productores españoles, especialmente en Almería, han visto reducir su cuota en un 25,2%.
Mientras tanto, Marruecos ha aumentado sus exportaciones en un 18,86% y Turquía ha registrado un espectacular crecimiento del 147,28%, consolidando su presencia en el mercado europeo. Las exportaciones neerlandesas también han disminuido un 18,62%.
La anterior campaña resultó poco rentable para los agricultores
El año pasado, desde octubre hasta enero, “el precio [al que los agricultores vendieron el tomate] fue aceptable” y permitió cubrir los costes de producción, cuenta Blanque. Sin embargo, a principios de año, la tarifa “se vino abajo” y la campaña en su conjunto fue negativa en términos de rentabilidad.
Según los datos de la anterior campaña (2023-2024), el tomate pera se vendía en septiembre a 0,82 euros por kilo y en junio a 0,39, lo que supone una caída del 19%. El precio del tomate rama disminuyó un 16% en el mismo periodo y el del tomate pera un 10%.
El tomate sube un 669% su precio del campo a la mesa
A pesar de que los precios en origen del tomate han mostrado una tendencia a la baja, tal como se refleja en los datos mencionados, los consumidores siguen pagando más debido a los márgenes que se aplican a lo largo de la cadena de distribución. El Índice de Precios en Origen y Destino (Ipod) del mes de abril es un claro ejemplo de esta disparidad.
El Ipod de abril muestra que el precio de un kilogramo de tomate para ensalada se incrementa en un 669% desde que sale del campo hasta que llega al supermercado. El agricultor apenas recibe 0,29 euros por kilo de tomate, mientras que en las estanterías del supermercado ese mismo producto puede alcanzar los 2,23 euros. En este caso, el precio se multiplica 7,69 veces desde el origen hasta el destino final.
Este aumento no solo depende de la variación del precio en origen, sino también de los costes que se agregan en el camino: transporte, almacenaje, comercialización y el margen de ganancia de los intermediarios. Estos factores son determinantes para que el precio final que paga el consumidor sea tan elevado en comparación con lo que perciben los agricultores.