La tía de Seyran y Suna, siempre cuidadosa con los detalles, le ha preparado un delicioso café, tal como solía hacerlo en el pasado. Mientras tomaba el primer sorbo, Halis, emocionado, le ha dicho: “Echaba de menos cómo preparas el café. Que Dios bendiga tus manos”. Hattuc no ha podido evitar sonrojarse.

El patriarca de los Korhan, siempre directo, le ha dejado claro que no ha ido solo para ver a Kazim, sino para conocer de primera mano el lugar donde ahora vive ella. Quería asegurarse de que estuviera cómoda y a gusto. Sin embargo, al preguntarle si era feliz en Estambul, Hattuc ha sido clara: prefiere marcharse a Antep, su tierra natal.

Halis, intentando mantener la calma, le ha comentado que había tenido una charla con Kazim y que confiara en él. Le ha asegurado que pronto encontraría una casa más cómoda para ella en Estambul, esperando así convencerla de quedarse en la ciudad.

Pero la mujer, con lágrimas en los ojos, ha confesado lo que llevaba mucho tiempo callando: “Cuando una ha perdido la fe en el mundo, solo espera el final del camino”.

Además, entre el silencio de ambos, Hattuc ha abierto su corazón. “Se me da bien esperar, así que me las apaño donde sea”, ha dicho, refiriéndose a los muchos años que pasó esperando que su historia de amor con Halis se hiciera realidad.

Por su parte, Halis, conmovido por sus palabras, ha respondido que “más difícil que esperar es saber que alguien te está esperando”, dejando claro que sus sentimientos por ella nunca han desaparecido. “Querer volver con esa persona, pero fracasar”, ha confesado.


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