Creer, prometer y cumplir. Esas son las tres palabras claves que definen a la perfección la apabullante victoria de Ilia Topuria en Abu Dabi frente a Max Holloway, en un evento que pasará a los libros de historia de la UFC.
Nos remontamos al día 14 de abril, concretamente al UFC 300, evento cumbre de la compañía de artes marciales mixtas que reunió una espectacular cartelera. En esta hubo un nombre propio y protagonista, el hawaiano Max Holloway. Aquella madrugada del 14 de abril, Max protagonizó el nocaut más espectacular de la historia de la UFC frente a Justin Gaethje, en la que obtuvo el cinturón del BMF, un título creado al margen de los rankings.
Tras el combate, Max Holloway, aprovechando que todos los focos y cámaras lo apuntaban, solicitó a la UFC que lo subiera al octágono con Ilia Topuria por el cinturón del peso pluma. Como era de esperar, El Matador aceptó el desafío y, tras meses de negociaciones, se citaron el 26 de octubre en el evento anual celebrado en Abu Dabi.
El campeón acometió su primera defensa del cinturón con un claro objetivo en mente: noquear al innoqueable. En sus 29 combates en la empresa dirigida por Dana White, a pesar de haber sido derrotado en 7 ocasiones, Holloway no había sido nunca noqueado. Este dato excitaba a un Topuria que, desde el primer momento, creyó y prometió que iba a ser el primero en hacerlo.
Lo tildaron de loco, fantasioso, arrogante y mentiroso. «¿Cómo va a noquear a Holloway en su mejor momento?», decían algunos expertos. Pero Ilia Topuria, con su enorme confianza en sí mismo, hizo caso omiso de las críticas y mantuvo su promesa hasta el mismo momento en el que Marc Goddard, árbitro de la pelea, dio inicio al combate.
Y cuando se cierra la jaula, ya no hay vuelta atrás. Topuria o Holloway, la nueva era contra la vieja escuela, la cara invicta de la UFC contra la leyenda que buscaba recuperar el trono que perdió ante Volkanovski en 2019.
El combate comenzó regalando al espectador un momento icónico. Semanas antes, Topuria declaró que durante los primeros 10 segundos de pelea señalaría el centro del octágono, imitando el gesto que su oponente utilizó 10 segundos antes de noquear a Justin Gaethje en abril. Y como era de esperar, el hawaiano no entró en el juego mental de El Matador, a sabiendas de que este es muy letal en el intercambio de golpes.
El primer asalto fue claro del campeón. Conectó los golpes más significativos y fue mermando la movilidad con sus famosas patadas al gemelo a un cauteloso Holloway que era consciente del poder de noqueo que tiene el luchador forjado en Alicante por los hermanos Climent.
En el segundo asalto, Holloway despertó y comenzó a tocar al campeón con ese jab de izquierda y sus combinaciones de boxeo y kickboxing que lo llevaron a ser catalogado como el mejor boxeador de la UFC. Ilia se mostró más conservador en este segundo asalto, midiendo la distancia y esperando su momento que, para la sorpresa de muchos, no tardó en llegar.
Transcurría minuto y medio del tercer asalto cuando Ilia, en un movimiento marca de la casa, fintó a la izquierda y asestó un derechazo impecable que aturdió e hirió como nunca se le había visto antes a Holloway. Rápidamente, se abalanzó sobre él lanzándole golpes al cuerpo y a la mandíbula que el excampeón consiguió evitar. Pero cuando parecía que Max Holloway se recuperaba, El Matador volvió a superar la distancia y conectó un histórico croché de izquierda que apagó las luces en Hawái.
Cumplió. Nadie lo había noqueado, pero el hispano-georgiano, en una nueva demostración de poder, confianza y dominio, silenció al mundo de las artes marciales mixtas una vez más demostrando que, si cree, promete y cumple.
Ilia Topuria fue la estrella más brillante en Abu Dabi y se trajo de vuelta a Alicante el cinturón del peso pluma de la UFC a España. Max Holloway se convirtió en la decimosexta rosa de El Matador. No sabemos a ciencia cierta quién será la decimoséptima, pero podemos confirmar que, casi con total seguridad, esta brillará en el Santiago Bernabéu.