Los retos que afronta el primer ministro japonés sólo son comparables a su cabezonería. Al quinto intento logró Shigeru Ishiba el liderazgo del Partido Liberal Democrático (PLD) y de él se espera que estimule la gripada economía nacional en un entorno internacional inflamado mientras regenera una formación abonada al escándalo. El mes pasado se impuso en las primarias del PLD, equivalentes a las presidenciales en Japón por la tozuda ineptitud de la oposición, a rivales con mejor cartel: Sanae Takaichi, ministra de Economía, y Shinjiro Koizumi, hijo del carismático ex primer ministro Junichiro Koizumi. Venció por escaso margen en la que, a los 67 años, había calificado como su «batalla final».

Fuente