A los soldados norcoreanos que llegan a Rusia primero les preguntan la talla de casco, ropa y botas militares. Luego, forman una fila y van recibiendo uno a uno el uniforme del Ejército ruso. Así se observa en un vídeo y un cuestionario publicado por el Centro de Comunicación Estratégica del Gobierno ucraniano. Son las primeras evidencias del envío de efectivos militares desde Corea del Norte a Rusia para ayudar en los esfuerzos bélicos de la invasión de Ucrania. El vídeo está localizado en el centro de entrenamiento de la ciudad rusa de Sergievsky, a unos 700 kilómetros del Donbás ucraniano.
Lo que en privado advertía el Gobierno ucraniano desde hace semanas se ha convertido en los últimos días en un hecho público y notorio. El primero en dar la voz de alarma fue el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el pasado 17 de octubre. “Sabemos que unos 10.000 soldados de Corea del Norte se están preparando para ir a luchar contra nosotros”, dijo tras su reunión con los líderes de los 27 países de la Unión Europea en Bruselas. Este jueves, el almirante y portavoz de Defensa de Estados Unidos, John Kirby, ha dado más detalles: “Creemos que desde principios de este mes de octubre y hasta mediados de este mes, Corea del Norte ha enviado ya al menos 3.000 soldados al este de Rusia. Viajaron por barco desde la región norcoreana de Wonsan a Vladivostok en Rusia. Luego, se distribuyeron en varios centros de entrenamiento por el país”, dijo Kirby ante los periodistas. Este mismo jueves, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha confirmado de forma indirecta el movimiento. “Las imágenes son algo serio. Si hay fotografías, entonces reflejan algo”, respondió a un periodista de la NBC tras la cumbre de los países BRICS en Moscú. Se refería a imágenes como la del vídeo superior y otras que circulan en redes sociales en las que se ve a soldados norcoreanos en diversas ciudades rusas.
“Se asume que primero serán enviados a la región de Kursk [zona rusa invadida por Ucrania] y que serán usados, no en la primera oleada de ataque, sino en un escalón secundario”, asegura a este diario un alto cargo del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania. “Antes de entrar en combate van a ser formados con instructores militares rusos para familiarizarse con las tecnologías modernas como los drones. Los soldados norcoreanos usarán uniformes rusos y se les dotará de armas pequeñas. Serán integrados en unidades militares rusas de apariencia similar, formadas por minorías étnicas rusas, como los buriatos [el grupo étnico mongol más numeroso en Siberia]”. Esta fuente estima en entre 10.000 y 12.000 los soldados norcoreanos apoyando a las tropas rusas, y no descarta envíos posteriores.
Alianza entre Rusia y Corea del Norte
En junio, Vladímir Putin visitó a Kim Jong Un en Corea del Norte. La primera visita del mandatario ruso a territorio norcoreano en 24 años. Dos días de viaje oficial en la que los dos autócratas exhibieron sintonía. Se vio a un sonriente Kim de copiloto mientras Putin conducía un coche de lujo de fabricación norcoreana.
Firmaron un acuerdo de cooperación militar. “En el caso de que alguno de los dos lados entre en estado de guerra por una invasión armada de un Estado o de varios, el otro lado proveerá de ayuda militar y otra asistencia con toda su capacidad disponible sin dilación”, decía el texto.
Y así ha sido. Se ha puesto en marcha inmediatamente. Rusia fue invadida por Ucrania el pasado verano. Los soldados ucranianos entraron en la región rusa de Kursk y aún controlan parte de ese territorio. Tampoco es que hiciera falta una justificación formal como esa: Rusia ya ha usado infantes de otras nacionalidades en estos tres años de guerra, especialmente sirios.
Pero lo que está ocurriendo ahora está a otro nivel, otra escala. La entrada en la guerra de Ucrania de miles de soldados extranjeros lleva al conflicto a una nueva dimensión geopolítica, aunque hay divergencias a la hora de analizar lo que significa este movimiento en el terreno militar.
“Hay tres teorías sobre el uso que se va a dar a esos soldados”, explica a este diario Ivan Gomza, de la Kyiv School of Economics. “La primera es que se trata de carne de cañón, soldados de baja calidad que no saben nada de guerra moderna, como los que se reclutan de las cárceles rusas”. Muchos de esos hombres se mandan en oleadas al frente, entre otras cosas para revelar las posiciones ucranianas de artillería o de las trincheras. Para Washington se trata de una prueba de desesperación del Kremlin, que cada vez tiene que pagar más para reclutar soldados. No es descartable que también haya entre los norcoreanos enviados a Rusia que sean especialistas en minado o en artillería. Algunas informaciones recientes apuntan a que también se mandará una unidad de operaciones especiales norcoreana, con francotiradores.
La otra opción, señala el profesor, es que no sean en sí mismas tropas de combate que vayan a integrarse masivamente en el Ejército ruso, sino fundamentalmente un cuerpo de ingenieros. “Podrían ayudar a levantar y mantener en las zonas ocupadas fortificaciones similares a las que hay en la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur”, apunta. El famoso Paralelo 38.
En 1953, se firmó un alto el fuego entre las dos Coreas, que puso fin a una guerra de tres años entre ambas y la Unión Soviética y China, que apoyaron al Norte, y Estados Unidos y 21 países de la ONU con el Sur. Se estableció entonces esa frontera y se congeló el conflicto. Pero, técnicamente, ambos países siguen en guerra. Para muchos, un futuro muy similar al que le espera a Ucrania. Rusia controlando el Donbás y Crimea y quizá algún otro territorio, fuertemente atrincherado, y sin firmar nunca una paz real con Ucrania.
Incógnita hasta que haya capturados
Cuál de esos escenarios es el correcto se verá en las próximas semanas o meses. Si es el primero, y se trata de soldados de combate, lo natural es que tarde o temprano algunos de ellos sean capturados por los ucranianos e interrogados. Corea del Sur ya se ha ofrecido a enviar traductores a Ucrania para ello, si es necesario.
También se podrá comprobar de forma indirecta si hay alguna mejora palmaria en el frente de batalla, por ejemplo en el uso de artillería. Corea del Norte ha mandado al menos tres millones de rondas artilleras. Muchas han salido defectuosas, han provocado explosiones en los cañones y bajas rusas, según la prensa ucraniana. Pyongyang también ha enviado misiles balísticos, que son usados en el martirio diario del país de los girasoles.
Lo que es bastante más nítido es el impacto político del movimiento. “La política de Washington o Berlín es no escalar el conflicto. Pero lo que acabamos de presenciar es que Putin, de forma clara, trata de extenderlo a otros países y construir nuevas alianzas”, concluye Gomza. “Políticamente, es una señal clara de que la política de contención ha fallado de nuevo”.
Este paso hacia la internacionalización ha puesto en alerta a Corea del Sur y a Japón, países que viven siempre bajo la amenaza de los vaivenes bélicos de Kim Jong Un y de sus misiles.
¿Y qué sacan de todo esto los norcoreanos? Para empezar, rompen su situación de aislamiento. Rusia puede proveerles de combustible y alimentos. Al mismo tiempo, dejan de depender de forma casi exclusiva de China. Putin gana un aliado. ¿Será el último?