El ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 contra el sur de Israel lanzado por Hamás, y la brutal respuesta militar del Estado hebreo, que ha segado las vidas de decenas de miles de palestinos, muchos de ellos niños, ha azuzado como nunca, hasta niveles ignotos, la polarización y los discursos de odio entre los actores participantes del conflicto en Oriente Próximo. Para intentar frenar está perversa dinámica, dos centenares de expertos y representantes de las sociedades civiles árabes e israelíes se han reunido durante dos días en el Museu Marítim de Barcelona bajo la égida del Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed) y han aprobado una declaración conjunta de nueve puntos que incluye, entre otras demandas, exigencias para el respeto de las decisiones de las instituciones judiciales y de los organismos internacionales sobre el conflicto, el libre acceso sin trabas para los informadores a la zona del conflicto, en particular a la franja de Gaza, y un papel más activo de las entidades reguladoras y los medios de comunicación para contrarrestar los discursos de odio, la deshumanización y la radicalización.
Los debates, bajo el título genérico de ‘Sociedad civil euromediterránea: Reclamando nuestra humanidad compartida’, han contado con intervenciones de José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores de España, Jaume Duch, conseller para la Unión Europea y la Acción Exterior del Gobierno de la Generalitat, y Josep Borrell, alto representante de la UE para la Política Exterior, y han sido intensos y en algunos casos hasta acalorados. Se ha debatido si el antisemitismo, en un contexto denominado, según ciertos participantes, de «genocidio» lanzado por Israel contra los habitantes de Gaza, debe ser mencionado o abordado; se han estudiado fórmulas para obligar a las plataformas de redes sociales a asumir su responsabilidad y evitar la difusión de estos discursos; se ha hecho un llamamiento para recuperar el periodismo de calidad, con datos verificados, como fórmula para desmontar las campañas de desinformación basadas en noticias falsas. Uno de los ponentes incluso ha invitado a los asistentes a los debates a unirse a su campaña para la erradicación de los discursos y los mensajes de odio en las redes sociales.
Algunos participantes han expresado su total escepticismo respecto a las posibilidades reales de implementar la tan mencionada solución de dos estados, uno israelí y otro palestino, como fórmula de paz realista para Oriente Próximo dado el clima actual de polarización y enfrentamiento, mientras que otros han elevado la cuestión de los dos millones de refugiados palestinos que residen en los países limítrofes de Israel, para los cuales, a diferencia de los residentes en los territorios ocupados, ni siquiera se contempla una solución. Pero sobre todo, se han deplorado los «dobles estándares» existentes en Occidente respecto a la violencia, además «la catastrófica pérdida de credibilidad» de Europa a la hora de condenar los devastadores efectos de las operaciones militares israelíes, un extremo que podría impulsar en el futuro el radicalismo y el extremismo entre las nuevas generaciones de árabes y musulmanes.
Fracaso comunitario
Un fracaso europeo que, hasta cierto punto, ha sido reconocido por el propio Duch durante su intervención inaugural de la sesión del domingo. «Somos críticos con la falta de resultados para parar el conflicto y la violencia desaforada en Gaza, en Israel y en el Líbano», ha constatado, antes de expresar su convicción de que «todos» los reunidos compartían la esperanza de que la paz vuelva al Mediterráneo, en un momento en que la región se dispone a conmemorar la efeméroides de tres décadas del lanzamiento del denominado Proceso de Barcelona. Por su parte, Borrell se ha manifestado a favor de implementar «medidas coercitivas» para lograr una tregua en la región, que en la práctica podrían traducirse en el veto al envío de armas a Israel. «Si la comunidad internacional no está lista para imponer limitaciones a las partes implicadas, la guerra continuará», ha resaltado el diplomático comunitario durante la clausura de la conferencia. Pese a que muchos países reclaman una tregua, «no estamos de acuerdo en el tipo de acciones que se requieren para que sea una realidad; cuando pasamos de las palabras a los hechos surgen las divisiones», ha constatado.