Los uruguayos acudieron a las urnas este domingo para elegir al nuevo presidente en un ambiente comedido. A pesar de la existencia de dos bloques políticos definidos, uno que se presenta como la continuidad y tiene como candidato al oficialista, Álvaro Delgado, y el otro que levanta la bandera del cambio, en manos de Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA, centroizquierda), la jornada se desarrolla con la esperable moderación de una cultura política diferente a la de sus vecinos Argentina y Uruguay.
El FA tiene un doble desafío: ganar en el primer turno con el 50% de los votos, algo que se acercaría más al milagro político, y obtener además la mayoría en las dos cámaras del Congreso. Si los encuestadores no se equivocaron, y eso se sabrá por la noche, Orsi y Delgado pasarán al segundo turno el último domingo de noviembre. El aspirante del Partido Nacional (blancos, en el poder) espera contar en ese caso con el respaldo del Partido Colorado, una formación histórica que es representada por el excéntrico Andrés Ojeda, quien antes de ir a sufragar se hizo filmar realizando exigentes ejercicios físicos en un gimnasio.
Las identidades políticas son muy estables en Uruguay. Lo más probable es que los simpatizantes del coloradismo se inclinen por Delgado en un balotaje y que el profesor de historia Orsi recoja adhesiones de indecisos o que optaron en el primer turno por partidos menores. Al menos es lo que estima la Usina de Percepción Ciudadana. El abanderado del FA lograría el 24 de noviembre el 50% de los votos, contra un 40% de Delgado.
«Me emociona mucho el proceso electoral«, dijo el presidente Luis Lacalle Pou después de cumplir con sus obligaciones ciudadanas. Su gestión es aprobada por un 51% de los uruguayos. Sin embargo, no ha logrado transferir esa popularidad a su delfín e integrante del Gobierno saliente.
El voto de Mujica
Todos los sentidos de previsibilidad del ritual electoral convirtieron a José Pepe Mujica en un curioso protagonista de la jornada, aunque no es candidato ni tiene un papel protagónico a estas alturas en el FA. A los 89 años, en medio de una compleja lucha contra un cáncer de esófago, y tras «despedirse» de la militancia días atrás en un mitin de Orsi, apareció a primera hora en la Escuela 149 del barrio de Cerro. Al salir del automóvil lo subieron a una silla de ruedas. Los periodistas preguntaron cómo se sentía. «Más o menos», respondió el expresidente. «Lo que pasa que me alimentan por un caño acá (dijo, señalando una sonda médica), y tengo un hambre encima». Pero Mujica aprovechó el aliento para hablar de la coyuntura. «Tenemos que apuntalar la democracia, no porque sea perfecta sino porque hasta ahora los humanos no hemos inventado nada mejor».
La institucionalidad, dijo Pepe, puede y debe mejorarse. «Es imposible que el Parlamento represente todas las cosas que hay en la sociedad». Los cambios, señaló, deben ser también generacionales, pero no basta que los «viejos» convoquen a sus nietos. «Si los jóvenes no se prenden es porque no los enamoramos, es porque damos asco». La cuestión etaria es seria en Uruguay. Muchos de los jóvenes a los que convoca Mujica abandonan el país. Además, la tasa de natalidad es baja. En los últimos 12 años, la población apenas creció, de acuerdo con el censo 2023 que arrojó la existencia de 3.444.263, habitantes. En comparación con la medición de 2011, cuando gobernaba el propio Mujica, la población apenas creció un 1%, y entre otras cosas por la migración extranjera.
La velocidad de los cambios
Ninguno de los candidatos en pugna por la presidencia ha propuesto giros drásticos o veloces. Existe una regla no escrita de la política de ese país de que los tiempos de las transformaciones no pueden acelerarse. Mujica, quien en los años sesenta y setenta integró la conducción de la guerrilla Tupamaros, lo recordó después de sufragar y al ser consultado sobre los desafíos del próximo Gobierno: «la seguridad y el aumento de la riqueza porque si se quiere distribuir hay que tener más». En ese sentido, le llamó la atención sobre la falta de debate entre los partidos sobre la necesidad de reforzar la matriz agropecuaria de Uruguay. «Lo que más me preocupa es el 25%, el 30% de las divisas las trae la carne, nadie habló de cómo hacemos para producir un poco más. Nadie habló de los granos.
El electorado debe a su vez decidir en dos plebiscitos simultáneos si se eliminan los fondos privados de pensión y se habilitan los allanamientos nocturnos, una medida de seguridad que no está permitida en la Constitución.