El Brics+, la convergencia de China, India, Brasil, Rusia y Sudáfrica, a la que se han sumado Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, crea el 34% del PIB global, y posee el 49,6% de las reservas de gas y un porcentaje aproximado de las petroleras. Venezuela, uno de los principales productores mundiales de hidrocarburos, aliado de Moscú y Pekín, quiso entrar a ese bloque por la puerta grande de la reciente cumbre de Kazán, pero Brasil rechazó su membresía y ha comenzado una inédita guerra retórica entre el madurismo y Luiz Inacio Lula da Silva. Caracas quiere involucrar a la izquierda regional en la disputa, pero ese sector político ya tiene sus propias divisiones profundas por el conflicto venezolano y, en particular, por la controvertida reelección de Nicolás Maduro, el pasado 28 de julio. La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de no mostrar las actas que certifiquen su victoria constituyó un punto de distanciamiento entre Lula y Maduro. Hasta el momento, Brasil no ha reconocido ese triunfo. Tampoco lo han hecho Colombia y México. Pero el enojo del Palacio de Miraflores con Lula es mayor debido a la reticencia brasileña a la incorporación de Venezuela al Brics+ a pesar del expreso respaldo de Vladimir Putin, quien se reunió en Kazán con el mismo Maduro.

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