La inteligente obra compone una trilogía en la que también reside El padre, que se vio en mayo con José María Pou, galardonado en los Premios Estruch, y en 2016 con Héctor Alterio. Y El hijo. Piezas, junto a La madre, del dramaturgo francés Florian Zeller. La protagonista es Aitana Sánchez-Gijón, la actriz que recibirá el Goya de Honor 2025 y que en los correspondientes pasajes, vistos en el Principal de Alicante, ha capturado la atención de los numerosos espectadores. El gancho mediático, además, funciona bien, y el personaje es el de una mujer cuya vida ha girado en torno a su hijo, el cual se va de la casa y salen a relucir las sensaciones de vacío, la soledad y el dolor. Y ello pese a tener esposo. Una gris relación y suspense psicológico durante 90 minutos. El ligero y preciso texto de Zeller tiene garra y está dirigido, con evidente propiedad, por Juan Carlos Fisher, premiado igualmente en los Estruch por Prima facie. Entre la realidad y la ficción, la rutina diaria se manifiesta una y otra vez y el no tener que hacer nada. O las frustraciones y el refugio del pasado. Sánchez-Gijón domina toda la amplitud de estados anímicos, las características de un notable papel que acapara la seducción. Juan Carlos Vellido tiene sólida presencia con sencillez y naturalidad interpretativa. Alex Villazán exhibe diversos matices expresivos, y la joven Julia Roch interviene en una escasa y correcta actuación. El simbólico diseño de la muy simplificada escenografía, de Alessio Meloni, expresa la rotura interna, la asfixiante situación de esta atormentada señora, paradigma de las madres absorbentes y manipuladoras que depositan su razón de ser en los hijos y el hogar. Una cosa es querer y otra cosa muy distinta es traspasar ciertos límites. Los hijos crecen y se marchan si pueden irse o quieren largarse. Ha existido para los demás y no ha sabido ni querido vivir de otro modo. Va perdiendo la cordura y se ve inmersa en una pesadilla que aumenta. De la que no parece que pueda escapar…

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