Estamos al borde del MeToo de la política española. Cristina Fallarás, escritora y periodista, asegura poseer testimonios de mujeres que denuncian haber sido víctimas de la violencia sexual ejercida por representantes de partidos de izquierdas y derechas. Uno de estos relatos anónimos ha provocado la dimisión de Íñigo Errejón.

Lo cuenta la propia Fallarás en una entrevista con este periódico, que tiene lugar cuando el fundador de Podemos y exportavoz de Sumar ya está siendo investigado por la policía tras la denuncia de la actriz Elisa Mouliaá, que relata hechos susceptibles de condena por acoso y agresión sexual. 

–¿Va a publicar usted esos testimonios?

–Dependerá de las mujeres que se han puesto en contacto conmigo. De momento, no me han pedido que lo haga público. Pero si me autorizan, por supuesto que lo voy a hacer.

–¿Hablamos de políticos relevantes? 

–Políticos relevantes y no relevantes, conocidos y no conocidos. De distintos partidos de izquierdas y de derechas. También aparecen otros personajes conocidos en la esfera pública. Esas conductas existen entre los empresarios y entre los sindicatos; desde la extrema derecha hasta la izquierda radical.

El primer punto de la secuencia del caso Errejón fue un testimonio anónimo publicado en la cuenta de Instagram de Fallarás. Una mujer definía al político –sin nombrarlo– como un “maltratador psicológico” y un acosador sexual. A las pocas horas, el fundador de Podemos y portavoz de Sumar dimitía de todos sus cargos.

Lo hacía con un comunicado críptico, más propio de una tesis doctoral que de una dimisión, pero de fondo estaba el testimonio publicado por Fallarás y la catarata de denuncias similares que eso provocó en un mecanismo similar al del MeToo de las actrices americanas.

Ya desde hace años, la cuenta de Fallarás funciona de la siguiente manera: ella ofrece foco y visibilidad a mujeres víctimas de violencia sexual que no se sienten con fuerza de denunciar con su nombre y apellido. Del mismo modo, tampoco se publica el nombre del agresor. “Es un mecanismo terapéutico, una manera de generar un espacio común y seguro para las mujeres”, dice.

Sin embargo, estas publicaciones, directa o indirectamente, aportan pistas a los periodistas y a los propios políticos. A los pocos minutos de publicarse el testimonio, diputados, senadores y direcciones de partidos sabían que el señalado era Errejón debido a la rumorología que arrastraba.

La aparición de más denuncias anónimas y la investigación interna abierta por Sumar hicieron el resto. Errejón dimitió tras reconocer a la dirección de su organización algunos comportamientos machistas; sin que se pueda discernir todavía si lo que admitió fueron comportamientos misóginos delictivos o comportamientos misóginos a secas. La puntilla ha sido el testimonio de Mouliaá, que ha trasladado su relato a la policía y dice poder aportar pruebas y testigos de lo sucedido.

Igual que en el MeToo americano, la primera denuncia contra Errejón y su posterior dimisión ha provocado un alud de testimonios similares. Fallarás todavía no ha podido revisar todo el material recibido en estas 48 horas, pero sí ha archivado una parte.

Asegura que ya tiene localizada una docena de testimonios de mujeres que dicen haber sido víctimas de Errejón. En este punto, haciendo también referencia a los relatos que implican a otros políticos de izquierdas y derechas, Fallarás cuenta que no descarta que las víctimas se acaben “poniendo en contacto entre ellas” para encarnar una especie de movimiento.

–¿Hace usted algún tipo de filtrado cuando le llegan esos testimonios anónimos? Pueden ser ciertos, pero también falsos.

–El “yo sí te creo, hermana” no es una cosa de feminista locas. ¿Ustedes se creen que una mujer se levanta por la mañana y se dedica a inventar que la han violado? Nunca publico el nombre de la mujer afectada ni tampoco el del agresor. El objetivo de este muro no es penal ni jurídico. Se trata de generar un espacio de seguridad para todas nosotras.

–¿Qué dice esa docena de testimonios contra Errejón? ¿Cuál es el patrón? 

–Casi todas hablan de humillación, maltrato psicológico y agresividad sexual.

–No es lo mismo un misógino que un misógino que, además de serlo, comete delitos de acoso, maltrato e incluso agresión sexual.

–Insisto, yo no me dedico a las denuncias ni a lo penal. A raíz del trabajo que hago se generan denuncias. Mi objetivo es que las mujeres conozcan el relato de otras mujeres, que se sientan identificadas y se atrevan a contarse. Es como un “sabed que no estáis locas”.

La primera vez

Le preguntamos a Fallarás cuándo fue la primera vez que escuchó alguna acusación de este calibre contra Errejón. Ocurrió el año pasado, cuando una joven contó en su cuenta de Twitter que fue acosada por el fundador de Podemos en un bar. A partir de ahí, se corrió un tupido velo y la mujer borró su denuncia, al parecer, según han publicado distintos medios, por la presión de una colaboradora política de Errejón, que la convenció para que lo hiciera. Loreto Arenillas, hoy diputada de Más Madrid.

“Vi aquello y me dije que había algo. Empecé a preguntar a periodistas, a políticos del entorno de la izquierda. Pregunté en eso que llamamos los mentideros. Me encontré con gente que decía saber que eso estaba sucediendo”, apunta.

Fallarás, una de las voces más influyentes en el espectro a la izquierda del PSOE, llegó a figurar en una lista de los Comunes, en Cataluña: último lugar como apoyo simbólico. Sin embargo, no había tratado personalmente a Errejón cuando comenzó a recabar estos testimonios.

Su buena relación con Irene Montero ha provocado algunas crónicas que apuntan al matrimonio Iglesias-Montero, con Fallarás como persona interpuesta, como autores de una suerte de venganza política.

–Supongo que usted ya ha leído esa teoría.

–Es una idiotez y una falta de respeto a las víctimas. ¿Qué imaginan? ¿Que se han acercado a una mujer que ha sufrido violencia sexual para obtener un testimonio que sirva como venganza? Esa teoría es algo que me enfurece.

Esta escritora y periodista sabe que su investigación ha supuesto una bomba de relojería para el espacio político más afín a sus ideas. “Sé que hay quienes se han molestado dentro de estos partidos, pero no me han dicho nada porque saben cómo soy, no se atreven a hacerlo”, relata.

A Fallarás le indigna haber leído algunos obituarios de Errejón que lo describen, a pesar de las acusaciones que se vierten contra él, como “una de las mejores cabezas políticas de este país”.

“Si de verdad piensas que alguien que asalta los cuerpos de las mujeres, los humilla y los somete, tiene la mejor cabeza política… tienes un problema. Si cometió delitos o no, lo dirán los jueces. Las denuncias apuntan a ello, pero el tiempo dirá”, apostilla.+

Yolanda Díaz

–Yolanda Díaz nombró a Errejón portavoz parlamentario de Sumar un año después de haber trascendido las acusaciones de acoso de aquella chica. ¿Por qué no hubo investigación interna hasta esta semana?

–No sé si realmente ha habido investigación o no. Cuando nombraron portavoz a Errejón, entendí que había un problema gravísimo. Sumar en particular y la izquierda en general tenían un problema muy grande. ¡Ya conocían el testimonio de la muchacha! El gesto de Yolanda fue un gesto desafiante contra las víctimas.

–¿Cuál es el origen de ese buzón donde usted recibe esos testimonios de víctimas que denuncian haber sido víctimas de violencia sexual?

–Las mujeres no me escriben para contármelo a mí. Me escriben, generalmente, para que se publique, para encontrar un escaparate, un altavoz. Tras el MeToo, puse en marcha un movimiento que se llamó “Cuéntalo”. Participaron millones de mujeres de al menos 17 países distintos. Pero había un obstáculo.

–¿Cuál? 

–Las víctimas publicaban sus relatos desde sus propias cuentas. Eso hacía que muchas mujeres no se atrevieran. Le pongo un ejemplo: tú en tu perfil no cuentas que tu padre te violaba, que tu jefe te acosa o que tu marido te pega. Porque tu jefe te despedirá y tu marido te dará de hostias. Necesitábamos un artefacto comunicativo distinto. 

–El de su cuenta de Instagram, el mismo donde ha aparecido el señalamiento indirecto a Errejón.

–Exacto. Hago una captura de pantalla, le quito la identidad de quien me lo manda y lo subo. Los mensajes de violencia sexual en la infancia eran un 20% cuando el “Cuéntalo”. Hoy son casi un 70%.

Fallarás celebra los cambios sociales y jurídicos que se han producido en las últimas décadas: “Hasta hace poco, una violación era exclusivamente una penetración vaginal. Hoy, si en el Metro te tocan una teta, como a mí me ha pasado tantas veces, ya se considera una agresión sexual. ¿Y por qué ha existido este cambio? Porque las mujeres hemos contado qué es lo que nos violenta. Mi papel es crear esos canales para contarnos”.

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