Núñez Feijóo debería estar celoso, porque Marga Prohens se cita más con Pedro Sánchezque con su teórico presidente nacional. Dos reuniones cara a cara de la titular del Govern con el socialista en menos de medio año, por ninguna con su teórico líder espiritual. La presidenta de la coalición PP/API ha de centrar sus encontronazos con Madrid en asuntos como la inmigración que no le competen, pero escurriendo el bulto en vivienda o saturación turística, donde está obligada a actuar. Seguro que aparcará la reivindicación indispensable del aeropuerto, para enarbolar la coartada de la imposibilidad de regular los flujos de turistas.
Sin embargo, Prohens reservó su tono más beligerante para el entorno de Errejón, el hombre que podrá presumir de haber hundido en solitario a la izquierda española para una buena temporada. La presidenta del Govern exigió a Yolanda Díaz que «dé la cara», para responder de lo sucedido. Irreprochable, salvo el pequeño inconveniente de que la creadora de Sumar fichó a Errejón, pero Prohens nombró a un agresor sexual y policial, convicto y confeso, al frente de una empresa pública.
La elevación del agresor sexual a director general ocurrió con la instrucción avanzada, y cuando el desenlace era más que previsible. Dicho de otra forma, el Consell de Govern lo contrató para protegerlo, a instancias de Antoni Costa. Cuando Prohens exige ahora a Yolanda Díaz que explique desde cuándo lo sabían, si lo han encubierto y qué medidas ha tomado el partido, se diría que está enumerando las carencias en su contratación de otro agresor. Un mea culpa.
«Parece que todo el mundo lo sabía», remata la justiciera Prohens sobre Errejón. Parece que todo el mundo sabía también el historial del agresor sexual que fichó el Govern, puesto que fue destituido en cuanto se publicó la noticia, pero ni un minuto antes. De hecho, la vicepresidenta Yolanda Díaz ha imitado al vicepresidente Antoni Costa, en su reacción de amarrarse al cargo y que alguien zurza a las víctimas.
En todo caso, Prohens se manifiesta con dureza sobre Errejón porque, por fortuna, puede garantizar con la mano sobre la Biblia que en su entorno no existe ni existirá nunca ningún altísimo cargo con comportamientos similares ahora mismo a los denunciados en Madrid, y a quien ya se le hubiera avisado de los riesgos que implica su conducta deplorable.
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