Afirma Cervantes, en Los trabajos de Persiles y Sigismunda, que el ver mucho y leer mucho anima los ingenios de los hombres. Desde los orígenes, viajes y literatura han estado muy relacionados. La Odisea, la Eneida, la Divina Comedia, incluso El Quijote, son libros de viajes, con diversos enfoques y perspectivas, realistas unos, simbólicos otros, etc. La nómina sería interminable.

Viajar puede estar más o menos al alcanza de los hombres, en sus diversas formas –unas más provechosas que otras–, pero siempre cabe leer excelentes libros escritos por viajeros, sin salir de casa. Dejando tiempos más pretéritos, hay muchos libros bastante recientes muy valiosos. Sin ninguna pretensión de exhaustividad, sugiero algunos.

En El Transcantábrico (Rey Lear, 2007, 380 págs.), Juan Pedro Aparicio describe un ameno viaje de 1980 en el tren hullero de vía estrecha que comunicaba Bilbao con León. Probablemente muchos lectores conocen Viaje a la Alcarria y otros libros semejantes de Camilo José Cela, con numerosas ediciones. El holandés Cees Nooteboom nos lleva a Santiago de Compostela por caminos secundarios, en El desvío a Santiago (Siruela, 1993, 340 págs.). Excelentes son Tras os montes (un viaje portugués) (Alfaguara, 1998, 326 págs.) y El río del olvido (Seix Barral, 1995, 189 págs.), entre otros, de Julio Llamazares; o el viaje, desde el nacimiento hasta la desembocadura del Duero, escrito por Ernesto Escapa (Corazón de roble. Gadir, 2011, 467 págs.) o las andanzas de Juan Ruiz en Por la ruta serrana del Arcipreste (entre Hita y Segovia) (Gadir, 2018, 258 págs.) de Rubén Caba o Castilla en canal (Alianza, 2005, 488 págs.) de Raúl Guerra Garrido.

El periodista Jorge Bustos nos deleitó, hace tres años, con un viaje en coche por Castilla y por Francia en Asombro y desencanto (Libros del Asteroide. Barcelona, 2021, 197 págs.) y Vicente Valero con Breviario provenzal (Periférica, 2021, 112 págs.), una pequeña joya. Interesantes son los libros de María Belmonte, publicados por Acantilado, que nos llevan a Grecia y a Italia (En tierra de Dioniso, 2021, 213 págs.; El murmullo del agua, 2024, 196 págs., etc.).

En este tipo de literatura, hay que destacar El Danubio de Claudio Magris, con numerosas ediciones en Anagrama, y el relato de un viaje en un barco de cabotaje por el Mediterráneo de Joaquim Ruyra, uno de los más destacados escritores catalanes del siglo pasado, traducido al castellano en 2013 (El remo de 34. Rialp, 2013, 121 págs.). Sé que me dejo muchos títulos en el tintero, pero los citados son textos de alta calidad.

El último libro de viajes que he leído es El país donde florece el limonero, una historia de los cítricos de Italia, escrita por la inglesa Helena Attle, que va por la sexta reimpresión (Acantilado, Barcelona, 2021, 316 págs.), traducido precisamente por María Belmonte. La autora es una experta en la cuestión y sabe contagiar su pasión al lector, en un recorrido desde el lago de Garda hasta Sicilia, lleno de descripciones, datos históricos, anécdotas…; no faltan, además, las recetas culinarias, para completar el viaje. Sabio consejo el de Cervantes.

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