Cuenta el Gobierno que Junts, es decir, Carles Puigdemont, les exigió retrasar cualquier posibilidad de avance en las negociaciones y, obviamente, de anuncio de posibles acuerdos hasta después del congreso del partido que se celebra desde hoy y hasta el domingo en Calella (Barcelona).

Moncloa entiende que el expresidente de la Generalitat pretende reforzar este fin de semana el poder que ya tiene en Junts antes de dar cualquier paso en su relación con el Gobierno. Es decir, reforzarse para mantener su posición condicionando a Pedro Sánchez.

Gobierno y Junts mantienen en este momento negociaciones vitales para la legislatura, como la que se refiere a la senda de déficit, paso previo a la presentación de los Presupuestos para 2025 y, por tanto, primer escalón para una hipotética aprobación de esas cuentas.

El voto de Junts es esencial, y para Sánchez es fundamental sacar adelante las cuentas. Tanto, que Moncloa lo considera una auténtica cuestión de confianza que facilitaría avanzar hasta el final del mandato en 2027.

En paralelo se negocia en diferentes frentes el cumplimiento de compromisos que el Gobierno asumió con Junts hace meses, como los referidos a las competencias sobre migración o asuntos fiscales como el impuesto a la banca y las empresas energéticas.

El Gobierno explica que es optimista en la negociación de la senda de déficit y eso le hace mantener esperanzas de cara a los Presupuestos, porque entienden que no tendría sentido avanzar en lo primero sin comprometerse en lo segundo.

Consideran también que mientras Junts se mantenga en la mesa de negociación hay esperanzas de acuerdo y, por eso, retrasó todos los plazos en función de su congreso y del de ERC.

A la espera de lo que decida Puigdemont, sí hay miembros de Junts que aseguran que el líder del partido independentista está muy molesto con Sánchez y que entiende que apoyar los Presupuestos le supondría perder su poder sobre el presidente y la legislatura.

Sigue la negociación

Pero lo cierto es que los independentistas mantienen sus negociaciones con Sánchez, a través de José Luis Rodríguez Zapatero y Santos Cerdán, y también con la vicepresidenta María Jesús Montero y el ministro Félix Bolaños.

Puigdemont ya controlaba el partido sin tener cargo orgánico y ahora se hará elegir presidente de Junts, sin que haya candidaturas alternativas. De esa manera reforzará su control, visualizado ya la pasada semana cuando hizo rectificar a Laura Borrás, después de que ésta insinuó que podrían apoyar una moción de censura de Alberto Núñez Feijóo.

Un destacado dirigente de Junts explica que en este congreso «está ya todo el pescado vendido». «Que nadie espere sorpresas, porque este es un congreso que se ha convocado cuando no tocaba, porque hace dos años celebramos el anterior y se ha convocado con el propósito principal de poder coronar a Puigdemont como presidente del partido», añade.

A Puigdemont no se le aplicado aún la amnistía, lo cual hace que todavía se revista de cierta épica ante el independentismo. «Sería mucho más fácil y más viable que las voces que en privado dicen ciertas cosas críticas pudieran también hacerlo en público en este congreso, pero eso no va a ocurrir, por el enorme simbolismo que mantiene Puigdemont todavía hoy», explica.

Este dirigente sostiene que hasta que la amnistía no se haya aplicado totalmente «no va a romper con Pedro Sánchez, pero Pedro Sánchez va a seguir teniendo una piedra en el zapato cada día».

En los últimos meses, Moncloa intentó presionar a sectores empresariales catalanes para que ayudaran a forzar cambios en Junts o, al menos, a llevar la estrategia de Puigdemont hacia acuerdos con el Gobierno central, cerca de lo que fue en su momento Convergència.

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