Cuando el reloj de la basílica del Pilar (las campanas si sonaron no se oyeron) marcó las once de la noche, ya nadie miraba al cielo. Y menos mal. Porque la diversión y el asombro estaba mucho más cerca, a unos metros de su cabeza, en el propio templo que por momentos parecía moverse al ritmo que marcaba desde los platos el francés Michael Canitrot. Era una ilusión óptica, o quizá era más real de lo que parecía, aunque todo era gracias al espectacular videomapping (el secreto mejor guardado en los últimos días) con el que el ‘Monumental Tour’ ha asombrado este viernes a las cerca de 45.000 personas que han llenado la plaza del Pilar de Zaragoza para reivindicar, además del patrimonio (a su manera, eso sí), la música electrónica.

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