La Plataforma contra la mina a cielo abierto en el Nordeste Segoviano ha expresado su rechazo al nuevo proyecto minero presentado por la empresa gallega Erimsa en esta provincia y alerta sobre los riesgos que conlleva para el medio ambiente y la calidad de vida de la comunidad.
A diferencia del proyecto inicial, en esta nueva propuesta la propia empresa admite la existencia de riesgos ambientales que antes negaba o pasaba por alto, señala la organización ciudadana en un comunicado.
“No es la extensión lo que ha cambiado, es el hecho de que ahora reconocen lo que antes querían ocultar”, asegura la portavoz de la Plataforma, Marisa Moro.
“En este proyecto admiten que habrá partículas de polvo, que se producirá ruido y que existe la posibilidad de tocar el acuífero o el nivel freático, aunque afirman que lo vigilarán ellos mismos”, afirma.
La explotación consistirá en una mina a cielo abierto de cuarzo metalúrgico, con concesiones que podrían llegar a los 80 años y varios cientos de hectáreas de superficie, explica la portavoz.
Moro señala a Efe Verde que los 800 vecinos de la comarca que abarca los municipios de Barbolla, Sotillo, Castillejo de Mesleón, Cerezo de Arriba, Cerezo de Abajo y Duruelo, han decidido ponerse en pie para oponerse a la mina a cielo abierto de cuarzo que generaría afecciones en múltiples sectores.
La minería afectaría a sectores como salud y sanidad que «se pagarán con dinero público», al turismo, a pequeñas industrias que desaparecerían, a las infraestructuras en carreteras y a la cultura, porque afectaría a todas las construcciones medievales y románicas que existen en la comarca por el paso continuado de camiones, así como a los frescos de esos monumentos, que «podrían cuartearse» y, además, a la forma de vida de las personas.
Mina de cuarzo metalúrgico a cielo abierto
Según la portavoz de la Plataforma contra la mina a cielo abierto, el consorcio formado par Erimsa/Elkem, una empresa gallega adquirida por la segunda, que es noruega y que a su vez tiene capital chino, «ha solicitado dos zonas ahora mismo, pero existen otras tres que podrían pedir» para la explotación del cuarzo metalúrgico a cielo abierto.
En la primera zona ahora mismo se incluyen 2.700 hectáreas, para intervenir en 1.600, y en la segunda son 1.200 hectáreas para intervenir en unas 600, es decir, actualmente la zona de intervención solicitada suma unas 2.300 hectáreas durante períodos de 30 años.
Se «estima que cada año pueden trabajar en 22 hectáreas», dice, lo que desde la Plataforma calculan que supondrían entre 70 y 80 años de explotación.
Explica que existen dos tipos de mina a cielo abierto: las que son en profundidad, donde se excava centenares de metros hacia abajo creando un enorme cráter, y las de gran extensión en superficie, que supone muchísima extensión durante mucho tiempo, como sería la de Segovia.
«Es un tipo de intervención muy agresiva, porque excavarían hasta donde encuentren el cuarzo, es decir ocho o nueve metros»
La «comarca con un ecosistema delicado» va a tener un tipo de intervención «muy agresiva», porque excavarían hasta donde encuentren el cuarzo, es decir ocho o nueve metros, cuando a los agricultores les controlan vía satélite que no aren «más allá de 30-40 centímetros de profundidad».
Entrarán en suelo agrícola y excavarán y removerán todo lo que se ha conformado a lo largo de siglos y se llevarán todo el cuarzo metalúrgico que conforma el sistema de drenaje de un territorio, porque el agua llega se filtra entre las piedras y llega al acuífero.
Después de la excavación, se llevan el cuarzo, apelmazan la tierra, lo dejan impermeabilizado y a pesar de que luego echan tierra vegetal eso «jamás de los jamases se va a recuperar la fertilidad, la calidad y la tierra que teníamos».
Afecciones en múltiples sectores
La contaminación afectará a la ganadería, las excavaciones eliminarán la flora y expulsará a la fauna, y el polvo fino de sílice cristalino que se genera por el cuarzo, «entra en los pulmones y es cancerígeno y agudiza las enfermedades pulmonares y respiratorias», asegura Moro.
Es una intervención «que afecta en todos los sentidos a la forma de vida de las personas durante mucho tiempo», y la comarca a pesar de «pertenecer a la España semivaciada, tiene mucha agricultura y ganadería extensiva y muchísimo turismo».
Los ganaderos, asegura, han manifestado que de salir adelante la explotación no continuarán con la actividad porque los animales se afectarán por los cristales de cuarzo, los agricultores no podrán cultivar y el turismo desaparecerá.
La empresa niega un impacto severo
Por su parte, la compañía Erimsa anunció meses atrás, a través de un comunicado, que ha decidido reducir de 1.692 a 419 hectáreas la superficie aprovechable en su nuevo proyecto para extraer cuarzo en el nordeste de la provincia de Segovia. El objetivo, apuntan, es «demostrar que el propósito es llevar a cabo la actividad sin perturbar el modo de vida de los vecinos y respetando al máximo el entorno».
El área total se ha limitado desde las 97 cuadrículas mineras (2.720 hectáreas) previstas originalmente a las 28 cuadrículas mineras (785 hectáreas) actuales, pero únicamente realizará «un aprovechamiento razonable de los recursos» en las 419 hectáreas mencionadas.
«Únicamente se realizará un aprovechamiento razonable de los recursos en 419 hectáreas»
Sin embargo, la Plataforma que rechaza el proyecto considera que es una mera operación de maquillaje por parte de la empresa. «Cuando ellos hablan de esta reducción están hablando de lo que en el proyecto ponían como primera fase, que corresponde a la intervención en los términos municipales de Barbolla, Sotillo, Castillejo de Mesleón, Cerezo de Arriba, Cerezo de Abajo y Duruelo, pero no hablan del segundo proyecto que afecta a Barbolla, Castillejo de Mesleón y Sepúlveda. Ni hablan del tercer proyecto que afecta a Barbolla, el cual están a punto de presentar. Tampoco hablan de los otros dos proyectos de San Blas, el que va de Castillejo a Riaza y el que va de Riofrío de Riaza a Santo Tomé del Puerto que tienen en estudio. No sabemos en qué punto de derechos mineros los tienen, pero tienen cinco proyectos», señala Moro, y añade que la reducción de hectáreas «está en el papel, pero no es oficial», lamenta en declaraciones recogidas por El Día de Segovia.
Erimsa asegura además que el suyo es un modelo de minería respetuoso con la tierra y el medio ambiente, y que «es compatible con actividades económicas propias de entornos rurales, como la agricultura, la ganadería, el turismo y el aprovechamiento forestal».
Silicio para baterías
La futura mina de Segovia proporcionará cuarzo, «necesario para producir silicio. El silicio es una materia prima crítica para la transición ecológica y la digitalización, se necesita para la producción de energía solar y eólica, para baterías, ordenadores y teléfonos móviles, entre otros», explica.
Asimismo, la mina creará más de 30 puestos de trabajo, directos e indirectos, ya que Erimsa está reabriendo instalaciones en Barbolla para su procesado, según informa la empresa.
Además, desde Erimsa se quiere dejar constancia de que el sistema de trabajo propuesto en este proyecto es «idéntico al que se viene realizando con éxito», durante los últimos 25 años, en las provincias de Salamanca y Ávila. Y también en diferentes zonas de Galicia, donde, añade, conviven con los vecinos y propietarios de terrenos; y respetan explotaciones agrícolas y ganaderas, infraestructuras, bienes del patrimonio cultural y arquitectónico y el entorno natural.
………………….
Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]