Este 25 de octubre, entre las 08:00 y las 12:00 horas, los trabajadores el Hospital Clínico de Veterinaria (HCV) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha iniciado sus huelgas parciales con las que reivindican el aumento de la plantilla y la mejora de sus condiciones laborales a la Fundación Parque Científico Tecnológico. El paro ha sido convocado por el sindicato Convergencia Sindical Veterinaria (Consive) y se ha sumado la mayoría del personal.
Umberto Cremaschi, veterinario clínico y uno de los portavoces del sindicato, explica que con los paros esperan conseguir que la Fundación «se tome en serio» sus reivindicaciones, porque considera que tras dos encuentros con la entidad que gestiona la HCV «no hay manera de que presenten una contraoferta en firme». Los trabajadores demandan un plan de contrataciones más amplio que el de diez plazas (tres veterinarios y siete auxiliares) que ha realizado la ULPGC.
Según el sindicato, el hospital opera con el 40% de la plantilla necesaria, unos 20 trabajadores, por lo que faltan alrededor de 30 plazas para cubrir todas las necesidades de un hospital que presta servicio durante 24 horas. También reclama «derechos laborales», agrega Cremaschi, «que nos compensen los festivos y nos los paguen. Y que la nocturnidad esté reglada y sea remunerada. Que podamos descansar, conciliar, que podamos tener una compensación por trabajar más de 12 horas».
Las protestas comenzaron el pasado mes de septiembre en la puerta del rectorado de la ULPGC, pero el problema que arrastran los trabajadores del hospital viene de lejos. Abierto en la década de 1990, cuando se creó la Facultad de Veterinaria de la institución, tardó 30 años en dotarse de un reglamento propio para regular su actividad, que básicamente es la formación clínica del estudiante de grado y de posgrado, la investigación y la prestación de asistencia al profesional de veterinaria.
«Esto oficialmente lleva desde febrero de 2024, cuando vino la inspección de trabajo, que regularizó más de 15 trabajadores que eran falsos autónomos, pero lleva pasando años. El hospital nunca ha funcionado bien», recuerda Cremaschi. En este sentido, dice que «nunca se ha podido llevar una reivindicación como la actual» porque la plantilla ha carecido de representación sindical; pero ya cuentan con un comité de empresa y una organización que los defiende.
Ante la falta de personal para poder prestar en condiciones los servicios de 24 horas, el HCV decidió suspender las urgencias en horario nocturno desde el pasado de mayo; tres meses después, también tomaron la determinación de cerrar los fines de semana. El personal se veía sobrepasado por jornadas de más de 8 horas, en ocasiones en turnos solitarios, ya que cada mes perdían un 10% del personal por bajas laborales, bajas voluntarias o excedencias ante el agotamiento y el estrés.
Al cierre del servicio en horario nocturno y los fines de semana, se sumaron las protestas y la convocatoria de las huelgas, que seguirán cada día de manera parcial -tres horas durante la mañana y otras tres durante la tarde- hasta el 2 de diciembre, cuando han anunciado que si no se alcanza un acuerdo, los paros serán indefinidos.
«Desde que convocamos la huelga, impusimos una denuncia ante inspección de trabajo para tener contratos por escrito y, mágicamente, los contratos aparecieron. Ahora los está analizando una asesoría legal y tenemos margen de negociación. Pero sin la huelga, ni siquiera tendríamos contratos por escrito», defiende Cremaschi, quien incluso no descarta la vía legal de no poder lograr que se atiendan sus reclamaciones por la negociación.
Con los paros no solo se ve afectada la asistencia veterinaria y la atención a los clientes, sino que también queda mermada la calidad de las prácticas que realizan los estudiantes. Este es uno de los motivos por los que la Facultad de Veterinaria no respalda en su totalidad a los trabajadores del HCV, aunque Cremaschi considera que «la mayoría» sí comparten sus demandas. «Hay mucha desinformación y hay unos pocos que aún no lo entienden», lamenta.
El sindicato aclara que para que se pueda prestar un buen servicio, los trabajadores deben estar en mejores condiciones. «Tenemos que cambiar el convenio colectivo y hacer un convenio digno de un hospital y de personal sanitario, porque ahora mismo son convenios de despacho, que no nos ampara en muchas situaciones», abunda Cremaschi. El sindicato pide negociar un anexo al actual convenio para regular y mejorar las condiciones de los sanitarios, en el que se recogerían las horas extras-, compensaciones por nocturnidad y servicio de retenes.
«Si la Fundación y el rector no proporciona soluciones reales, la huelga indefinida arrancará a principios de diciembre, coincidiendo con las elecciones a rector de la ULPGC», cita el sindicato en un comunicado.