El magistrado de la Audiencia Nacional Ismael Moreno ha elevado una exposición razonada al Tribunal Supremo para que se investigue al exministro de Transportes y antiguo secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos. El juez considera que existen “indicios fundados y serios” de la participación de quien fuera la mano derecha de Pedro Sánchez en una trama de corrupción que se habría lucrado ilícitamente con la venta de mascarillas durante la pandemia.
Aunque esta circunstancia era previsible, la imputación definitiva de Ábalos compromete de forma directa al presidente del Gobierno. Pedro Sánchez tendría ahora mismo a su esposa, a su hermano, al fiscal general del Estado y a su antiguo secretario de organización imputados. A falta de que se sustancien las consecuencias jurídicas concretas, es evidente que un presidente diligente y provisto de un mínimo de ética ya estaría asumiendo responsabilidades políticas. Cabe recordar que Ábalos no fue un simple ministro más, sino que se distinguió por ser uno de los hombres más cercanos al presidente y uno de los artífices su llegada a la Secretaría General del partido y, posteriormente, a la presidencia del Gobierno.
Por más que Pedro Sánchez intente obviar su estrecha proximidad con todos estos casos de corrupción, la situación comienza a ser insostenible también para unos socios que, en su renuncia a pedir cualquier tipo de explicación, están quedando retratados.