Algunas de las personas que van al gimnasio se obsesionan con el deporte, pero esta mujer se ha obsesionado con los hombres. En cada gimnasio al que va, persigue a sus entrenadores.

Documenta cada sesión de entrenamiento y se fotografía con sus entrenadores. Sin embargo, lo que parecen fotos inocentes, terminan con comentarios constantes que incomodan a sus víctimas.

Su primer entrenador la denunció y terminó en el calabozo por acoso y amenazas. Tras incumplir la orden de alejamiento, la vuelven a arrestar, pero a día de hoy sigue en la calle. «Ya lo ha hecho varias veces y no podemos hacer nada», ha advertido una de sus víctimas»

Una vez en libertad, se cambia de gimnasio y la historia vuelve a repetirse con un nuevo entrenador y, en apenas unos meses, ha cambiado en tres ocasiones de lugar de entrenamiento. ¿Conseguirán pararle los pies?

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