“Muy calmada”, así recibe Vega a El Independiente, en los momentos previos al lanzamiento de su último álbum Ignis (La Madriguera). Dice que ella ya ha hecho su parte y que lo que venga a partir de ahora ya no es cosa suya. No ha habido adelantos, ni sencillos ni videoclips, se lo juega todo a una carta, la de un disco en el que ella se ha involucrado en todo el proceso de composición, producción y distribución gracias a la independencia que le dio crear su propio sello, La Madriguera, hace más de una década.

De esos once años presume, pero también de los 21 de carrera, que empezaron cuando abandonó la segunda edición de Operación Triunfo (2002). Demasiado indie para el mainstream, o demasiado alternativa para la televisión, el caso es que a Mercedes Mígel Carpio (Córdoba, 1979) le ha costado encontrar su hueco en una industria musical que poco a poco parece estar desquitándose de sus complejos. Un cambio de mentalidad que llega tarde y mal para la cordobesa.

Afirma haber cumplido un ciclo vital con la publicación de Ignis, un disco que se quema, literal y figuradamente. Mientras muestra cómo funciona este artificio, aplicando fuego a la portada negra para que aparezca sobre ella su rostro, explica lo que le ha costado conseguir estos materiales y los problemas que tuvieron para pasar en las aduanas. “Es lo que tiene tener un sello independiente, te tienes que ocupar de prácticamente todo”, justifica.

Ignis es el fuego que viene después de Mirlo Blanco (La Madriguera, 2022), un álbum confesional y eminentemente personal en el que Vega se desquitaba de todo lo que ha tenido que sufrir como artista femenina en un mundo de hombres, y su lucha por mantener esa independencia de la que tanto presume. Cuenta que empezó a escribirlo totalmente “enganchada” a En el alambre de Iván Ferreiro. También que ha estado leyendo mucha poesía, “Rosalía de Castro para la oscuridad, Miguel Hernández para el duelo, Salinas para el amor y la autoestima”. Y que en el proceso ha sido todo un honor trabajar con Ricky Falkner.

Calmada pero con ilusión, sabiendo que ha hecho un álbum que enseña con orgullo, y después de descubrir que ahora le gustan más los comienzos épicos, que los finales apoteósicos. Y en uno de estos se encuentra ahora mismo.

Pregunta.- Con Ignis no ha habido adelantos ni sencillos, te lo juegas todo a una.

Respuesta.- Yo ya he jugado todos los juegos habidos y por haber. Ten en cuenta que empecé primero con multinacionales y luego una carrera de once años con un sello propio. Y es que da igual, yo elijo una cosa o los editores de listas me dicen que tengo que elegir un single y luego entra o no, eso es un algoritmo. Me he dado cuenta que, dentro de mis discos, tú puedes escucharlo y tener una canción favorita que dentro de cuatro meses será otra distinta, hay material. Pienso que el público es soberano para decidir lo que le gusta, porque si te conocen por un single, esa canción a lo mejor puede no coincidir con el momento, circunstancia y estado de ánimo de ciertas personas. Y se están perdiendo la ocasión de darle una oportunidad al disco, porque ese single no les cuadraba en su momento. ¿No es más fácil que la gente lo escuche y decida cuál es su favorita? Parece que vivimos una sociedad en la que tragamos todo lo que nos dan y ya no sabemos si lo hemos elegido o nos lo han metido a calzador. ¿Quién soy yo para decir también para decirte a ti cuál es la mejor canción del disco? La mejor canción de ese disco es la que más te guste a ti. 

P.- ¿Cómo te llevas tú con esa burocracia de la música que obliga a seguir ese ritmo?

R.- Yo ya me liberé de eso hace mucho tiempo, precisamente porque cuando estaba en multinacionales decía: «Que yo quiero sacar un vídeo y lo quiero sacar ya». Y me decían: «No, es que hay que esperar 20 días a que la sucursal de Japón, no sé qué». Por eso acabé abriendo mi propio canal de YouTube. Y así empecé poco a poco a gestionar mis cosas, porque al final yo soy artista de obra y me estás pidiendo que haga filetes de mi obra. Cuando ves otras expresiones culturales, como por ejemplo, una escultura de Rodin, no te enseñan solamente un dedo de la escultura. Es impensable evaluar una obra por algo tan pequeño. Es como si te dicen que la serie que estás deseando ver va a empezar por el capítulo ocho. ¿Por qué pensar que una obra que está hecha para ser una obra completa, un viaje emocional y una expresión artística que te aporte como un todo, lo vas a lanzar en singles? 

P.- Más allá del artificio que trae Ignis con la portada que se quema, ¿cuál es el concepto del disco?

R.- Había una búsqueda a nivel musical de buscar una sonoridad acorde a mis letras. Esto lo hablé mucho con Ricky Falkner y con con los chicos, Dani Ferrer, Víctor Valiente, David Soler… Yo tengo dos cosas que creo que a veces pueden jugar a favor o en contra. Soy una artista con canciones de un desarrollo largo y una artista que escribe letras bastante cargadas, con mucho meaning, pero mis melodías no son tan intensas. En las melodías estoy más cerca de un pop-rock. Entonces, quería buscar sonoridades nuevas que acompañasen mejor el conjunto de las dos cosas. Creo que Ricky me ha dado algo que no había tenido hasta ahora, que es ese peso que tienen mis letras, lo tenga también la música.

P.- ¿Cómo se sale de un álbum tan confesional e íntimo como Mirlo Blanco?

R.- Herida, es un incendio. Y al final un poco el concepto de este disco viene de que me di cuenta que cada álbum que iba sacando tarde o temprano acababa siendo un incendio al que tenía que sobrevivir. Es verdad que Mirlo Blanco es un álbum muy confesional y personal, pero también hablaba de qué me pasaba cómo mujer dentro de la industria, y todas esas cosas que me encontraba tanto en lo personal como lo profesional. Pensé que nada peor que esto me podía pasar. Tenía todos los ingredientes para ser el álbum más cortavenas de la historia y estaba convencida de que nada podía ser más intenso y más honesto. Hasta que vino un incendio mucho peor después, mucho peor que la pandemia. Dejé de tocar, dejé de querer hacer música, dejé todo. Y de repente, a raíz de escuchar mucho En el alambre, de Iván Ferreiro, de repente un día me di cuenta que estaba tocando la guitarra y tarareando. Como algo que llevas dentro y que no puedes frenar, y fui escribiendo una canción tras otra, hasta que tenía 13 y vi que tenía que sacar un disco, que además me servía para cerrar un círculo, y más que un final épico, que siempre me han gustado mucho, se convirtió en un comienzo épico, esto es Ignis, y esto también me está gustando.

P.- El disco tiene algo como de victoria.

R.- Sí, aunque tenga esa parte del peso, de la oscuridad, de la intensidad de las letras, es un álbum mucho más luminoso. En mi propio registro sonoro, en la forma de interpretarlo también, estoy mucho más relajada. Estoy simplemente cantando mis canciones, no sufriéndolas. Cuando vienes de un álbum como Mirlo blanco, que te lo has cantado sufriendo y que has sufrido las giras, que luego tuviste que parar de girarlo porque el sufrimiento fue a más, a unos límites insoportables. Y cuando miro estas canciones digo oye, que uno se puede sacudir un poco el fuego de encima, y estoy muy en calma. El duelo sigue ahí, las cosas tristes siguen ahí, pero yo estoy mucho más tranquila y me siento con ganas y con fuerza, no me voy a quedar en la loseta eternamente de la pena.

P.- ¿Cómo vas a celebrar el lanzamiento de este disco?

R.- El día que sale el disco se cumplen 4745 días desde el día que decidí hacerme independiente y a convertirme en lo que escribí en la canción de La cuenta atrás. Esa canción decía: “Serás aguas, serás tierra, serás aire, serás fuego, serás ingrávido, inmortal, etéreo, sustancia. Rotundamente tú”. Y esto fue como un mantra y un propósito. Cuando salga Ignis se ha cumplido eso que escribí hace 4745 días, 13 años, ¿quién hubiera comprado un proyecto a trece años entonces?. Esta canción tan importante para mí que la escribí mientras que estaba sonando Mejor mañana hasta en la sopa. Estaba componiendo Réquiem, que era una declaración de intenciones, me rapé la cabeza al cero con esa canción y que lo que venía a decir era que estaba cansada de ser el arquetipo que querían hacer de mí. Yo me planté. Desde entonces todos mis discos tienen un hilo conductor que es el «ser rotundamente tú». El reto ha sido sobrevivir once años como un sello independiente, que no es fácil. Todo lo que he ganado de derechos de autor, lo he invertido en mi carrera, en mi proyecto de artista. Y no digo que sea lo más rentable del mundo, pero me da para comer y es lo que me gusta.

P.- Estamos en un momento de repensar cómo ha sido el indie en España, sobre todo con el 30 aniversario de Los Planetas, ¿qué balance haces tú de tu travesía a través de este género?

R.- Mi relación con el indie ha sido como cuando eres pequeño en el cole y ves un grupo de niñas del que quieres ser amiga y no te dejan serlo. Es lo que más me gusta en el mundo y probablemente he sido parte de hacerles crecer como fan activa. Es que mi grupo favorito de pequeña eran Los Planetas, y de hecho he cumplido mi sueño a los 45 años, que los he visto este verano por primera vez y ha sido muy guay verlos encima con el disco del que yo me enamoré de ellos. 

P.- En tu caso, tienes la particularidad de que has sido independiente por convicción antes que por necesidad. No es que sea una carrera al margen de la industria, es que ha sido a la contra de la industria y de lo que se podría esperar de ti.

R.- Bueno, lo de independiente, creo que me lo merezco por definición. Para el mainstream he sido la oveja negra, aunque haya escrito éxitos que se los han comido enteros, no era lo suficiente, porque era un poco disidente y un poco incómoda. Y para los indies venía de otro mundo, de la televisión, pero musicalmente creo que mi música está más cerca de ellos. Entonces es como esa pandilla de amigos del colegio, que dices: “Por qué no me dejáis ser vuestra amiga?, si es que tampoco tampoco soy tan distinta”. Yo no me veo tanta diferencia. Musicalmente hablando, nunca he visto que sea muy distinto de lo que pueden hacer otras bandas de compañeros, sobre todo. Creo que es un mundo en el que no hay representación para las mujeres. Ahora vuelven generaciones más jóvenes a hacer pop-rock y es muy guay, a mí me da esperanza. No va a ser todo reguetón. Ahora estamos hablando de Nirvana, Smashing Pumkins, The Cure, muchas cosas que que a mí me han marcado. Ver que hay una generación que quiera vivir de eso otra vez y que se reinvente, no deja de ser lo que yo hice. Creo que es una buena noticia que haya gente que quiera volver a eso, pero parece que sí vale para los que lo hacen de nuevo y para los otros no. Además de que no hay representación femenina o muy poca, porque parece que es un terreno de hombres.

P.- Después de ti, sí que ha habido perfiles de Operación Triunfo, que no sé si se puede decir que han seguido tus pasos. Gente como Amaia, Natalia Lacunza, Alba Reche, que también han tirado hacia el indie después de OT.

R.- Sí que tienen una aceptación un poquito más normal dentro del mundo indie. Pero digo yo, de las que estamos de antes, ¿qué pasa? Cargamos con un estigma de haber roto una industria, que yo no soy responsable de haber roto nada, como mucho soy responsable de haber sufrido mucho donde sufrí, ya está. A mí esas cosas me llaman mucho la atención, porque esto también pasa con los promotores. Me es violento tener que tirar de currículum, pero 21 años de carrera, cinco números dos de ventas en las listas de música españolas con un sello independiente, un número uno en ventas en vinilo. Pero es que esas listas me la traen al pairo. A lo que voy con esto es que los promotores es que yo no estoy en los festivales porque simplemente me planto. Si piensas que vas a poner mi nombre, por repercusión, a este tamaño. Es un pinkwashing cuando tú me quieres pagar menos que las nuevas generaciones, que ya les pagas menos que a los chicos y menos que todo lo demás. Yo llevo 15 personas trabajando igual que los demás y tengo que pagar sueldos y quiero que vivan dignamente con el sueldo que les pago. 

P.- ¿Te consideras una referencia para ellas?

R.- No sé de dónde viene esa necesidad de empoderar a las mujeres y que se ha convertido a veces en un pinkwashing. De repente se han dado cuenta que no tienen artistas mujeres referentes, porque nunca les dieron el lugar antes y ahora me llaman para hacer cosas como si fuera una artista referente. Vale, por currículum lo entiendo, pero ¿y la parte de disfrutar de ser referente? ¿Esa parte en la que te ha ido de puta madre y has disfrutado, que otros compañeros que son referentes sí han tenido? ¿Donde está esto para nosotras? Pero ahí me puede la responsabilidad de decirle a muchas artistas jóvenes: «Ojito con el corto plazo, ojito con lo que os han vendido de esta supuesta libertad y empoderamiento, cuidado, que esto no deja de estar sirviendo a un mensaje bastante patriarcal, donde crees que la elección de hipersexualizarlo todo es una decisión vuestra, y será vuestra en el momento que tuvierais las mismas oportunidades haciéndolo que no haciéndolo. Todavía no habéis probado qué es no hacerlo y tengo una noticia, al cumplir 50 años vais a querer subiros a un escenario y lo difícil de todo esto es perdurar». Porque cuántos artistas hemos visto que eran pelotazos y nadie sabe dónde están. Entonces yo de lo que estoy orgullosa es que miro para atrás y digo once años como independiente, más los primeros diez, estamos hablando de 21 años de carrera, y aquí sigo.

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