El apagón de 72 horas en Cuba tuvo su banda sonora de caceroleos allí donde el deseo de gritar fue mayor que las advertencias del presidente Miguel Díaz-Canel sobre los límites para expresar el malestar. Los tres días sin luz fueron la crónica anunciada de un colapso que deja a la sociedad en estado de nerviosismo y desconfianza. A pesar de los anuncios de un feliz restablecimiento de gran parte del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), el temor a una nueva temporada de penumbras está latente porque la infraestructura ha colapsado. Las autoridades dispusieron la cancelación hasta el domingo de «actividades administrativas no imprescindibles y las docentes», no solo para velar por el correcto funcionamiento del SEN, sino llevar a cabo las tareas de recuperación tras el paso del huracán Oscar, que dejó siete muertos en la zona oriental de la isla.

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