Se ha hablado mucho del turismo este año, también era hora de que se hablara. España levantó su economía de postguerra con el «Gran Invento» del turismo, con una campaña orquestada en clave europea que replicaba mecanismos de éxito de los Estados Unidos. Manuel Fraga, a cargo del Ministerio de Información y Turismo, impulsó una campaña de internacionalización de la marca España como destino turístico. Su plan estaba diseñado por comunidades regionales y consistía en clasificar, y exprimir, las costumbres y peculiaridades de cada región, en ocasiones fruto de la tradición y, en otras, estereotipadas hasta la ficción.
El sueño fue: un turismo de masas. El turismo de masas en España tiene sus raíces en la década de los 60 del siglo pasado. Este auge turístico se consolidó como uno de los motores de desarrollo más significativo, atrayendo a millones de turistas, principalmente del norte de Europa.
Otros artículos de Alelí Mirelman
Las Islas Baleares fueron laboratorio de experimentación. Mallorca se convirtió rápidamente en el epicentro de este boom, seguida por Ibiza y Menorca.
El gobierno franquista promovió campañas internacionales como la de El día del turista y Josep Planas i Montanyà, empresario de Casa Planas y promotor de la postal industrial, fue el fotógrafo de este imaginario. Su empresa, que llegó a tener 200 trabajadores, trabajó en la construcción de un nuevo paisaje e identidad acorde con una fuerte campaña nacional que potenciaba una España «simpática», «diferente», una España dorada como su arena, el sol y la piel de las chicas en bikini, una España moderna y de colores intensos como los de las postales de los años 60.
Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019, año récord para el turismo en España, llegaron más de 83 millones de turistas internacionales. Este volumen de visitantes generó ingresos de más de 92.000 millones de euros. El sector empleó a cerca de 2,8 millones de personas, lo que representa aproximadamente el 13% del empleo total del país.
A excepción de los años de la pandemia, estos récords se han ido superando año tras año. En 2024, España sigue batiendo récords turísticos, consolidándose como uno de los destinos más importantes del mundo. Este año se espera que el país reciba alrededor de 91 millones de turistas internacionales. Marco d’Eramo, en su investigación sobre la era del turismo, analiza el crecimiento continuo de este sector a nivel mundial que, como se sospechaba en los años 60, continúa siendo la economía de mayor crecimiento exponencial.
El desarrollo del turismo de masas entendido como balearización (proceso de urbanización masiva, descontrolada y en monocultivo económico) ha generado profundas transformaciones ambientales, culturales y sociales. Según un informe del Observatorio de Sostenibilidad (2019), las Baleares han perdido más del 50% de sus hábitats naturales costeros debido a la construcción masiva de infraestructuras turísticas. La presión sobre los recursos naturales es crítica: el turismo consume más del 70% del agua dulce disponible en las islas, lo que ha llevado a un estrés hídrico severo en varias áreas (Agència Balear de l’Aigua, 2020) y el corte de suministros durante este verano.
En términos sociales, el turismo ha provocado una fuerte precarización laboral. Según Cañada (2021), el 85% de los trabajadores turísticos de Baleares tiene empleos estacionales y de baja remuneración. El éxodo del campo al trabajo turístico, del «sueño del turismo de masas», ha dado lugar a una muerte de éxito, a una situación en la que se han acentuado las desigualdades sociales y económicas en las islas. La especulación inmobiliaria ha disparado el precio de la vivienda, afectando gravemente a la población local en términos económicos, naturales y culturales. Pero esto no es un caso aislado, este proceso extractivista del turismo actúa de igual modo en cualquier territorio turístico.
Este modelo de crecimiento ilimitado, basado en la sobreexplotación ambiental y la precariedad laboral, resulta insostenible a largo plazo y plantea la urgente necesidad de una transición hacia un turismo más justo y sostenible.
La Fundación Daniel y Nina Carasso, con su programa Componer Saberes, apoya al Observatorio de la Cultura Turística COSTA, liderado por el Centro de Investigación y Cultura Contemporánea Casa Planas. El Observatorio tiene como objetivo estudiar de forma interdisciplinar el impacto del turismo desde la Ciencia, el Arte, el Turismo y la Sostenibilidad.
Casa Planas alberga el que es, probablemente, el Archivo más importante de la Historia del Turismo de Masas. Este Archivo, ubicado en Palma, posee tres millones de imágenes de promoción turística a través de cartelería y postales, así como documentación de la transformación paisajística y social del desarrollo turístico. Asimismo, cuenta con una colección de más de 5.000 aparatos fotográficos que narran el desarrollo tecnológico que acompañó al crecimiento turístico, desde las primeras fotografías colonialistas de principios del Siglo XIX a la democratización de la fotografía que llega a todos los bolsillos con un clic.
El Archivo se ha reactivado gracias a la artista e investigadora Marina Planas, que ha concebido este fondo documental como espacio de pensamiento, experimentación, encuentro y creación.
El Observatorio recoge prácticas artísticas, estudios de investigadores y actores del turismo para estudiar la complejidad del fenómeno turístico desde la perspectiva de un futuro más sostenible, inspirados por Joan Boadas cuando dice que «conservar los archivos es preocuparse por el futuro». El equipo de investigación formado por académicos de la UIB, CESIC y universidades internacionales está también integrado por artistas, agentes culturales y movimientos ecologistas.
Los resultados de las investigaciones se presentarán a finales de 2025 en un congreso internacional en Palma con exposiciones, talleres, conferencias y publicaciones.