Aunque se trata de un componente que está presente de manera natural en la planta del tabaco, lo que ha quedado demostrado de manera científica es que la nicotina no está exenta de riesgo ya que es adictiva. También ha quedado demostrado el papel que tiene en el hábito de fumar, ya que, en sí misma, no es la causa principal de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
Por el contrario, el riesgo está en el humo que se produce en la combustión del tabaco de los cigarrillos, que contiene aproximadamente 6.000 sustancias químicas, de las cuales alrededor de 100 han sido catalogadas como dañinas o potencialmente dañinas para la salud, por las autoridades en salud pública.
Distintas formas de consumir nicotina
El cuerpo humano absorbe esta sustancia de una forma u otra en función de cómo se consume, y hay tres maneras distintas de hacerlo. La primera de ellas, y la más habitual, es a través de los pulmones tras su inhalación. En este caso hablamos de cigarrillos, dispositivos para tabaco calentado y cigarrillos electrónicos (también llamados vapers). También existen otros formatos como los de consumo oral, chicles y bolsas de nicotina, y por contacto como los parches transdérmicos.
Por ejemplo, en el caso de las bolsas de nicotina, éstas se colocan entre el labio superior y la encía durante un tiempo determinado y después se retiran, mientras que los parches se aplican directamente sobre la piel y se renuevan una vez al día.
No hay que olvidar, sin embargo, que la mejor opción es siempre no empezar a fumar, y si ya se ha iniciado el hábito, lo mejor es dejar por completo el consumo de nicotina y tabaco. Sin embargo, para aquellas personas que van a seguir fumando, las alternativas sin combustión ni humo avaladas científicamente son opciones que tienen el potencial de reducir el riesgo de daño en comparación con seguir consumiendo cigarrillos.
¿Qué efectos tiene la nicotina?
Pulmones, boca o piel. Dependiendo del viaje que realice la nicotina por nuestro cuerpo, es decir, la vía de absorción, afectará también a la cantidad absorbida que llega al torrente sanguíneo, y después, al cerebro donde se desencadenan una serie de respuestas fisiológicas, como el aumento transitorio de la frecuencia cardíaca o la presión arterial.
Para que estas respuestas comiencen a darse en nuestro cuerpo, hay un período de tiempo que varía en función del tipo de producto y la vía de absorción de la nicotina, que oscila entre 10 segundos, cuando se fuma, hasta algo más de una hora, cuando se trata de los parches.
Hay que tener en cuenta que todas estas respuestas son reversibles y que el cuerpo elimina la nicotina absorbida de manera constante, en un proceso en el que el hígado metaboliza esta sustancia.
¿Cuáles son los riesgos de la nicotina?
Teniendo en cuenta que las enfermedades relacionadas con fumar están conectadas con los altos niveles de sustancias químicas dañinas y potencialmente dañinas que contiene el humo de los cigarrillos, también hay que saber que la nicotina no está exenta de riesgo, pero no es la principal causa de enfermedades.
La nicotina alcanza un cierto tipo de receptores involucrados en un buen número de comunicaciones, no solo entre neuronas del cerebro, también entre las propias neuronas y otras células fuera del sistema nervioso, como las células de los músculos.
Las reacciones que se desencadenan son altamente complejas, sin embargo, el resultado es más sencillo de explicar. Cuando consumimos nicotina, se liberan en nuestro cerebro neurotransmisores y hormonas como el glutamato, la noradrenalina o la dopamina, llamada hormona de la felicidad, uno de los motivos por los que es tan adictiva. Pero también puede estimular y afectar funciones cerebrales a corto plazo reguladas por estas sustancias, como las emociones, el aprendizaje y la memoria.
Es importante también recalcar que hay que evitar que ciertos grupos de personas, como mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, personas con insuficiencias cardíacas, hipertensión o diabetes consuman productos que contengan nicotina, en ninguna de sus versiones.
Así, solo con información basada en ciencia, es posible elegir aquellas alternativas que eliminan la combustión y el humo de los cigarrillos, y que potencialmente pueden reducir el riesgo para los fumadores.