Si te instalas a vivir en el mundo del caos pueden suceder cosas así: que la vida te pasa por encima. De esa forma perdió el Valencia anoche: víctima de su propia inocencia, perjudicado por una expulsión, la de Pepelu, que no existió y destrozado, al final, por una crisis social que le hace vivir con la mente convertida en una batidora mental. La derrota es dolorosa por cualquier lado que se mire, a pesar de que su mediocridad ya no llama la atención. En este caso, sin embargo, por su continuidad en el tiempo, da la sensación de que no existe solución a la vista. El Valencia es colista. La caída libre no se detiene. Esperan tiempos muy duros. ¡

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