La lluvia de meteoros de las Oriónidas es un fenómeno astronómico que ocurre cada año entre mediados de octubre y principios de noviembre.
Esta lluvia es el resultado de los restos dejados por el cometa Halley, que la Tierra atraviesa en su órbita alrededor del Sol.
Las partículas de polvo y escombros que el cometa ha dejado a lo largo de sus visitas pasadas se queman al entrar en la atmósfera terrestre, creando destellos brillantes que parecen irradiar desde la constelación de Orión, de ahí su nombre.
Para disfrutar de este evento, lo ideal es buscar un lugar con cielos oscuros y despejados, lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, y sin obstáculos que puedan limitar la vista, como edificios, árboles o montañas.
No se requiere el uso de telescopios o binoculares; de hecho, es preferible observar a simple vista para poder captar el espectáculo en toda su amplitud.
La NASA describe a las Oriónidas como «una de las lluvias de estrellas más hermosas del año», debido a que están rodeadas de estrellas brillantes de constelaciones como Tauro, Géminis y Orión.
Este telón de fondo aporta un encanto especial, iluminando el cielo con destellos fugaces. Se recomienda mirar hacia las zonas más oscuras y, si hay luna, en dirección opuesta para evitar su resplandor.
Una de las características más impresionantes de las Oriónidas es la aparición de bolas de fuego que dejan tras de sí estelas incandescentes, conocidas como «humo de meteoro».
Estos filamentos pueden durar varios minutos, formando patrones ondulantes que, a veces, son tan cautivadores como los propios meteoros. Así, las este fenómeno ofrece un espectáculo de luz y formas que vale la pena disfrutar.