La cuenta atrás ha comenzado. Queda menos un mes para que arranque la semana de la finales de la Copa Davis de Málaga, en las que Rafael Nadal dirá adiós al tenis tras más de 20 años de carrera. Aunque él no quiere, su cuerpo le ha obligado a tomar la decisión, y ya solo queda un torneo en su horizonte como deportista profesional antes de su nueva vida.
Ahora, en ese compás de espera, sin más partidos entre medias y despejada la incógnita del dónde y el cuándo, emerge con fuerza la del cómo. Durante el Six Kings Slam, la multimilloria exhibición que Arabia se sacó de la manga para atraer a las grandes estrellas del tenis, su entrenador Carlos Moyá deslizó que el partido contra Novak Djokovic podría haber sido su último en solitario, aunque ahora mismo nada es seguro ni está descartado.
Lo cierto es que la exhibición de Riad evidenció que su cuerpo y su mente viajan a velocidades distintas, e insalvables a estas alturas de su carrera. Lento de piernas, sufriendo en los desplazamientos laterales… su musculatura, sus articulaciones no aguantan el ritmo de bola y de intensidad que marca el circuito actualmente. No está para seguir a Jannik Sinner, ni a Carlos Alcaraz. Ni siquiera a un Djokovic que, casi con su misma edad, se mantiene competitivo al pese a sus 37 años gracias a su cuerpo granítico.
«No me compensa»
Tanto el murciano (6-3 y 6-3) como el serbio (6-2 y 7-6) ganaron casi sin romper a sudar en la exhición de Riad a un Nadal al que ha atropellado el ritmo del circuito. Porque, como él mismo ha reconocido, no se retira porque quiere. No está cansado de competir, ni del día a día de los entrenamientos, ni siquiera de los miles de kilómetros y viajes. Pero sí lo está de ver cómo no puede estar, valga a la redundancia, a la altura. A su altura, en concreto, la más alta posible en la historia del tenis.
«Es un tema muy simple, yo no estoy quemado ni cansado del deporte. Simplemente, es que mi cuerpo no me responde como yo necesito que me responda para que me compense seguir haciendo lo que hago», explicó en Arabia Nadal. «Yo soy feliz haciendo lo que hago, me divierte jugar a tenis. Lo que pasa es que no soy capaz de hacerlo de manera continuada al nivel y a los estándares que a mí me compensan y me motivan», abundó el balear.
Si no es para ganar, a un vencedor de 22 grandes no le merece la pena todo lo demás. Quizás podría seguir en el circuito rebajando sus aspiraciones, compitiendo y ganando partidos como un jugador de la parte alta, pero no de los top. Y después de poner todos sus esfuerzos en una eterna recuperación, no ha logrado volver a sentirse competitivo, que en su vocabulario no significa otra cosa que luchar por ganar los grandes.
Sin reacción en 2024
Tras la lesión del psoas de enero de 2023, esa que le tuvo fuera toda esa temporada, Nadal quiso darse oportunidad de volver, una vez más como tantas veces hizo en su carrera. Pero la cosa no terminó de funcionar en un 2024 frustrante, en el que los percances físicos se volvieron recurrentes.
Primero en el muslo, luego en la espalda y después en el abdomen, el carrusel de lesiones apenas le ha dejado disputar 19 partidos oficiales. Las señales no daban, esta vez, lugar a la duda. Después del último oficial, ante Djokovic en los Juegos, Nadal ya salió de París con la idea, más o menos clara, de que este 2024 sería su fin. Pero se dio tiempo para reflexionar.
«Para llegar a esa conclusión he tenido que dejar pasar un tiempo y creo que era algo que yo necesitaba. Yo no me voy a retirar de algo que llevo haciendo toda mi vida y que me gusta hacer con la duda de esperar un poco más. Hoy estoy convencido de ello», se resignó Nadal, que si albergaba alguna duda en su cabeza, la exhibición de Arabia se la ha terminado de despejar.
Su papel en la Davis
Solo queda, por tanto, un torneo en su carrera. Y tras lo mostrado en Riad, está por ver en qué papel. «¿Si estaré preparado para la Copa Davis? A nivel emocional seguro que sí. En términos físicos y tenísticos todavía tengo un mes por delante», se manifestó Nadal el sábado, dejando incluso abierta la puerta a no jugar ningún partido individual en su despedida.
«Si me siento preparado y el capitán (David Ferrer) piensa lo mismo, será su decisión. Si ni yo mismo me siento listo, entonces seré el primero en apartarme del individual y ver de qué otra forma puedo ayudar. Primero tengo ser yo quien me sienta competitivo para entrar a competir, luego se puede ganar o perder, eso es parte del deporte. Si no estoy al 100% o me veo lejos de ganar mi partido, no saldré a la pista», manifestó.
Con el individual más que en duda, emerge el dobles, por su menor exigencia física y porque además Nadal siempre ha demostrado ser dominador de la materia a pesar de no ser un especialista, como la forma de aportar al intento de asaltar la sexta Ensaladera. Y lo más lógico sería pensar que, al contrario de lo que ansían los fans, no hubiera reedición del Nadalcaraz, si no que hiciera pareja con Marcell Granollers, también miembro del equipo y actual número uno del ránking en dobles.