Aunque el estado de salud no centre el debate sobre la política migratoria, el endurecimiento de las políticas europeas de migración y control de fronteras ha supuesto una «catástrofe para la salud global e individual» de las personas que se ven empujadas a abandonar sus hogares y huir a Europa, según concluye un informe de la oenegé española Salud por Derecho.
La investigación sostiene que, además de las miles de muertes que se producen por el camino -en tránsito, en las fronteras o en el mar-, detener a una persona durante semanas o meses por su estatus administrativo provoca «graves problemas de salud mental» al 70% de los afectados, de forma que dos de cada diez intenta autolesionarse. Y la Unión Europea (UE) detiene a más de 100.000 personas al año.
Solo en el Mediterráneo al menos 30.356 migrantes han muerto en la última década y en el desierto del Sáhara la cifra podrías ser «un 85% más alta»
Justo cuando las autoridades europeas están estudiando endurecer aún más la política migratoria, el estudio denuncia que las políticas puestas en marcha a partir de los años 90 y consistentes en frenar la inmigración ilegal con varias medidas, como ampliar la construcción de muros, realizar devoluciones en caliente, llevar a cabo detenciones o acuerdos con terceros países ya han perjudicado a miles de personas, que se han visto forzadas a «tomar caminos más peligrosos» y con más riesgos para su salud.
Por ello, para Salud por Derecho, la UE es el «destino más peligroso para la salud de los migrantes», teniendo en cuenta que desde el 2014 más de la mitad de las muertes registradas en procesos migratorios han ocurrido en Europa o rutas hacia el continente, tanto marítimas como terrestres, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones que recoge el informe. No obstante, tanto en la UE como en otras partes del mundo «hay datos que se desconocen o están infraestimados», admite la investigación.
Los riesgos del camino
De lo que sí se tiene constancia es que solo en el Mediterráneo al menos 30.356 migrantes han muerto en la última década y en el desierto del Sáhara la cifra podría ser «un 85% más», según explica Jaime Manzano, autor del estudio titulado ‘La política migratoria de la UE como crisis de salud global’. En su opinión, «financiar a terceros países» como Túnez, Libia o Marruecos, entre otros, para que detengan a los migrantes antes de que lleguen a Europa provoca un «efecto embudo y les redirige a rutas más inseguras».
Por ello, en ocasiones, los que huyen de sus países tienen que atravesar zonas desérticas donde sufren estrés térmico, deshidratación, muertes por hipotermia o insolación, mientras que en el Este de Europa se enfrentan a temperaturas cercanas a la congelación. Cuando viajan en barco, pueden sufrir también deshidratación o hipotermia, así como enfermedades como la sarna si viajan hacinados o quemaduras debido a las fugas de combustible. Y el viaje puede acabar en tragedia.
La UE ha incrementado en más de 1.700 los kilómetros de vallas fronterizas, donde se producen muertes y lesiones
Solo en España, según recoge el estudio basándose en los datos de Caminando Fronteras, 11.522 migrantes han muerto en el viaje marítimo entre 2018 y 2022, la mayor parte desde África occidental a Canarias.
A lo que hay que sumar las muertes y accidentes que se producen en las vallas, dado que elevar un muro de diez metros se asocia con un aumento de la mortalidad y de las lesiones traumáticas, debido a las posibles caídas y laceraciones provocadas por los alambres y púas. Y la UE, que ha aumentado un 94% la financiación destinada a controlar la inmigración para el periodo 2021 -2027, ha incrementado ya en más de 1.700 los kilómetros de vallas fronterizas.
Pero si hay un procedimiento donde esta fundación quiere poner el «foco» es en las detenciones, dado que están «normalizadas» y es un «elemento clave» del Pacto sobre Migración y Asilo, según Manzano. La investigación denuncia que se detienen por su estatus administrativo a más de 100.000 personas al año y en España «el 70% desarrollan graves problemas de salud mental, como ansiedad y depresión» y dos de cada diez intentan autolesionarse.
Varios estudios indican que un menor expuesto a estrés extremo tiene más probabilidad de sufrir cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y puede perder hasta 20 años de esperanza de vida
Y especialmente peligrosa es la detención de niños, dado que varios estudios muestran que un menor expuesto a estrés extremo tiene más probabilidad de sufrir cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y puede perder hasta 20 años de esperanza de vida.
«El estrés extremo y prolongado afecta al sistema nervioso, endocrino e inmune y como explican varios estudios aumenta la inflamación crónica y altera el funcionamiento de varias hormonas, todo ello aumenta el riesgo de producir cardiopatías pero también cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer», indica Manzano.
Por último, en las devoluciones en caliente, según Salud por Derecho, se producen heridas por balas de goma, fracturas y problemas respiratorios por la exposición a gas lacrimógeno, además de que en muchas ocasiones «se abandona a los migrantes en entornos peligrosos» y todo ello les provoca «traumas psicológicos». Desde 2017, ha habido «más de 25.000 casos de violencia en las fronteras europeas durante las devoluciones, lo que demuestra el abandono que enfrentan estas personas».