En su faceta de dramaturga, Agatha Christie escribió múltiples obras de éxito. El nexo común de todas es la intriga que clava al espectador desde el minuto uno en la butaca y no lo suelta hasta la (siempre sorprendente) resolución.

Pero, además, la otra gran característica de Christie como dramaturga es la construcción de personajes universales con los que nos identificamos enseguida, prototipos muy particulares de la lealtad, la codicia, el poder o la traición.

Sé que es mucho decir sobre alguien que ha escrito ‘La ratonera’ o ‘Diez negritos’, pero ‘Testigo de cargo’ es sin duda su obra más redonda, ambiciosa y actual.

Sinopsis

Londres, 1947. Entre la niebla que envuelve la ciudad al anochecer, se produce un terrible crimen. Una viuda solitaria ha sido apuñalada hasta la muerte en su mansión. El único sospechoso es Leonard Vole, atractivo buscavidas que mantenía con la difunta una extraña amistad. Para sorpresa de todos, el famoso, veterano e implacable abogado Sir Wilfrid Robarts acepta defender al acusado. Se enfrenta a un caso prácticamente imposible. La única coartada del sospechoso se desmorona cuando su propia mujer testifica contra él. Romaine Vole, la esposa, asegura que la noche del asesinato su marido regresó a casa de madrugada con las manos y la ropa ensangrentadas. Tras este inesperado “testigo de cargo”, el juicio parece visto para sentencia. Sin embargo, Sir Wilfrid Robarts aún no ha dicho la última palabra.

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