Estos días para Sedi Behvarrad son muy difíciles. Está rota y llena de dolor por la muerte de su marido, Gabriel Cerdà, a los 71 años por un cáncer fulminante hace apenas dos semanas. Pero también siente una enorme gratitud hacia todo el personal del hospital Son Llàtzer por su trato tan «humano y sensible» estos meses tan duros para el matrimonio. Tal es la gratitud, que ambos tomaron una decisión muy importante antes de que Gabriel falleciera: «Hemos donado nuestra herencia a Son Llàtzer por lo bien que nos han tratado», explica la mujer.
Aunque prefiere no concretar el valor de su patrimonio, Behvarrad explica que, puesto que no tienen hijos, los inmuebles, solares y capital que poseían lo han donado al hospital a través del Ib-Salut después de los «excepcionales» cuidados que recibieron ambos en las últimas semanas de Gabriel.
En concreto, los fondos se destinarán a la atención de los pacientes terminales en sus últimos días para que dispongan de «una habitación individual para el uso exclusivo del paciente y sus familiares hasta que llegue el momento de su fallecimiento», tal y como consta en la herencia, para mitigar en la medida de lo posible su sufrimiento y el de sus acompañantes. Este es un gesto por parte de los sanitarios de Son Llàtzer que el matrimonio agradeció especialmente: «Compartíamos habitación con otro chico que también tenía cáncer. Pero cuando los médicos vieron que Gabriel estaba a punto de fallecer, nos dejaron una habitación sola para nosotros y nuestros familiares. Poder pasar los últimos días en la intimidad nos ayudó mucho y nos gustaría que todos los pacientes terminales tengan esa oportunidad», cuenta Behvarrad entre lágrimas.
El acuerdo entre la mujer y el Ib-Salut, según explica ella, también contempla que si en algún momento el hospital está lleno y no tiene ninguna habitación más para un paciente terminal a punto de morir, se utilizarán los fondos de su herencia para derivarle a una clínica privada y costear sus últimos días allí, en una habitación individual con su familia. La mujer ya se ha reunido con el director general del Ib-Salut, Javier Ureña, y la gerente de Son Llàtzer, Soledad Gallardo, quienes le han comunicado que pondrán una placa en memoria de su marido en la habitación en la que falleció, la 475, por el gesto tan solidario que han tenido.
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