Fethullah Gülen, líder de una cofradía islamista turca y acusado de ser el hombre detrás del intento de golpe de Estado en Turquía de 2016, ha muerto este lunes por la madrugada a los 83 años. Gülen, enemigo público número uno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, vivía en Estados Unidos desde 1999. Desde allí lideraba su organización, llamada ‘Hizmet’ —’servicio’ en turco—.
De cara al extranjero, el movimiento de Gülen se vendía como un portavoz de un islam moderado y abierto al diálogo intercultural y religioso, a una educación progresista y a la economía global de mercado. En Turquía, sin embargo, las escuelas promovidas por la cofradía promovían la segregación de las mujeres, y preparaban a sus estudiantes —mediante trampas— para que consiguiesen altos cargos dentro de las instituciones turcas para, así, conseguir más poder e influencia.
Durante más de una década lo consiguieron: la cofradía de Gülen dominó, en su máximo esplendor y gracias a la ayuda de Erdogan y su Gobierno, bancos, universidades, periódicos y televisiones, cuarteles de la policía y del Ejército, los mayores tribunales del país y la agencia tributaria turca.
Guerra interna
Fue en 2013 cuando Erdogan, que vio cómo abogados y policías del movimiento empezaron a tenerle a él y a los suyos como objetivo de investigaciones por corrupción, empezó a separarse y a arrinconar el movimiento. Entonces empezó una guerra interna de escándalos, corruptelas, escuchas, detenciones y procesos judiciales bombásticos que sirvieron como una primera purga contra la cofradía.
El último intento de supervivencia del grupo de Gülen fue, así, según las acusaciones del Gobierno turco, el golpe de Estado de 2016, que se cobró la vida de 251 personas el 15 de julio de ese año. Desde entonces —desde la intentona fallida—, Gülen ha sido catalogado como un líder terrorista en Turquía, y los miembros de su organización —vinculados al golpe o no— han sido purgados de las instituciones y encarcelados sistemáticamente. En las purgas que siguieron al golpe también fueron encarcelados cientos de funcionarios sin aparente vinculación al grupo.
“Nuestras fuentes de inteligencia confirman la muerte del líder de la organización terrorista de Fethullah Gülen. El líder de esta organización oscura está muerto. Esta noticia no nos llevará ni a la complacencia ni a la relajación”, ha dicho este lunes por la mañana el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan.
Presencia en el mundo
La cofradía, ahora, ha sido erradicada de Turquía, pero sus miembros la han mantenido viva —aunque debilitada— en todo el mundo. Sobre todo en Estados Unidos y Europa, donde muchos miembros del movimiento llegaron pidiendo asilo político después del golpe de 2016.
Durante la última década, Gülen fue una de los puntos de fricción más importantes entre Washington y Ankara: desde 2016, el Gobierno de Erdogan ha pedido en varias ocasiones la extradición del clérigo para que sea juzgado en Turquía. La justicia estadounidense, sin embargo, siempre ha rechazado estas peticiones alegando que Gülen, de ser extraditado al país anatolio, no recibiría un juicio justo.