Desde sus inicios, los arquitectos se han empleado a fondo para buscar soluciones simples a problemas complejos. Pero la historia ha demostrado que eso no es, ni por asomo, una tarea sencilla. Algo parecido debieron pensar los profesores Bo Adamson, de la Lund University de Suecia, y Wolfgang Feist, miembro del Instituto de Vivienda y Medio Ambiente de Alemania, cuando en la segunda mitad de la década de los 90 hallaron la manera de que las edificaciones fueran respetuosas con el medio ambiente. 28 años después, la popularidad de sus ‘passivhaus’ o ‘passive houses’ (traducido al español literalmente como ‘casas pasivas’) está ahora en su punto álgido.

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