Desde sus inicios, los arquitectos se han empleado a fondo para buscar soluciones simples a problemas complejos. Pero la historia ha demostrado que eso no es, ni por asomo, una tarea sencilla. Algo parecido debieron pensar los profesores Bo Adamson, de la Lund University de Suecia, y Wolfgang Feist, miembro del Instituto de Vivienda y Medio Ambiente de Alemania, cuando en la segunda mitad de la década de los 90 hallaron la manera de que las edificaciones fueran respetuosas con el medio ambiente. 28 años después, la popularidad de sus ‘passivhaus’ o ‘passive houses’ (traducido al español literalmente como ‘casas pasivas’) está ahora en su punto álgido.
Aunque no es la única certificación que da fe de que una vivienda es sostenible, sí que es una de las más extendida en Europa, sobre todo en los países del norte. Es difícil encontrar peros al pilar que sustenta esta distinción: levantar edificaciones cuyo consumo energético es prácticamente nulo. Esto se consigue fijando altos estándares de aislamiento térmico, con ventanas y puertas de máximas prestaciones, dejando de lado los puentes térmicos (que son zonas débiles de la estructura que permiten que el calor se transfiera con más facilidad), teniendo en cuenta la hermeticidad y promoviendo la ventilación mecánica con recuperación de calor.
Tampoco puede faltar un diseño que maximice la inercia térmica. O lo que es lo mismo, en el que los cerramientos aprovechen el calor o el frescor nocturno (lo más interesante en función de la estación) durante el día.
Las ‘passive houses’ logran por sus propios medios, sin recurrir a la calefacción o el aire acondicionado, que la temperatura interior sea suave tanto en verano como en invierno
En definitiva, las ‘passive houses’ logran por sus propios medios, sin recurrir a la calefacción o el aire acondicionado, que la temperatura interior sea suave tanto en verano como en invierno. Dicho con otras palabras, el reto está en sacarle el máximo partido al sol en los meses más fríos y potenciar las zonas de sombra en los más cálidos, un ideal que se alcanza cuando la orientación es un pilar del proyecto inicial.
La electricidad, con energía solar
Y un factor más a tener en cuenta: es vital que la electricidad que se consuma en el interior proceda de forma mayoritaria de fuentes de energía renovables. Es válido hacerlo con placas solares (térmicas o fotovoltaicas), aprovechando la biomasa, la geotermia e incluso la potencia del viento, si es posible. Los expertos calculan que, en los casos en que se cumplen estas condiciones, el gasto de luz de estas ‘bioviviendas’ respecto a un inmueble tradicional podría llegar a reducirse en un 80%.
¿Cómo se consigue? Influyen varios factores. Sin duda, los materiales son un ingrediente importante en esta receta. Los que más se emplean no suenan extraños: el hormigón armado, los paneles prefabricados y el acero encabezan el listado. Las propiedades del primero, el más extendido, no dejan dudas sobre el porqué de la elección: tiene una alta resistencia a los cambios bruscos de temperatura, su aislamiento acústico es notable y sus costes de mantenimiento, muy bajos. Aparte, para garantizar que el aislamiento es casi total también se emplean de forma habitual lana mineral, celulosa o poliuretano.
¿Son rentables?
Es imposible obviar que el factor económico es determinante y el desembolso inicial, elevado. Tanto que el presupuesto puede subir un 20% en comparación con un inmueble estándar. Sin embargo, los expertos aseguran que ese extra inicial se recupera a medio plazo, gracias a esas importantes rebajas que se dejan notar en la factura de la luz. El porcentaje varía en función del clima y alcanza su máximo en lugares con temperaturas extremas. En España, el ahorro medio ronda el 60%, según las estimaciones proporcionadas por diversas fuentes.
Pese a que el presupuesto de construcción es más caro que una casa normal, al final acaban siendo un 60% más baratas
El primer edificio que consiguió esta certificación se construyó en Moraleda de Zafayona (Granada) en 2009. Ahora, hay incluso rascacielos sostenibles, entre ellos la bilbaína Torre Bolueta, que es el edificio passivhaus más alto del mundo.
Además, entra en escena un factor que no es baladí. Como se trata de una tendencia al alza y la oferta para comprar una ‘passive house’ ya construida es prácticamente inexistente, se espera que su valor en el mercado se multiplique en los próximos años. En un contexto en el que el precio de la vivienda está disparado, los inversores se están empezando a fijar en las ‘bioviviendas’. La directiva 2010/31 de la Unión Europea, que obliga a construir edificios con consumo casi cero desde 2019, ha supuesto otro impulso determinante.
Los edificios, protagonistas del problema o de la solución
Y es que levantar un parque de viviendas que cumplan con criterios de eficiencia energética es uno de los objetivos prioritarios marcados en la agenda 2030 y el margen para lograrlo dentro de los plazos se estrecha cada vez más. Tanto que algunos ya lo ven como una utopía. De acuerdo a los datos recogidos en la revista ‘CSIC Investiga 3’, los edificios son responsables del 40% del consumo de energía en la UE y del 36% de las emisiones de dióxido de carbono del Viejo Continente. A ello habría que sumar el gasto de agua. Son factores que dificultan el objetivo de lograr una economía descarbonizada en 2050.
Los edificios son responsables del 40% del consumo de energía en la UE y del 36% de las emisiones de dióxido de carbono
Por ello, no solo los investigadores del Passive House Institute emplean su ingenio para disminuir esta huella de carbono. Científicos españoles han hecho de esta guerra su campo de trabajo. Así, las investigaciones más recientes del CSIC han arrojado luz sobre cómo lograr edificaciones más eficientes, pero también han dado forma a aparatos, mecanismos y dispositivos diseñados para recuperar energía. Un mundo de posibilidades.
Es más, ya hay resultados tangibles: desde nuevos recubrimientos para ventanas o edificios enteros que reflejan parte del espectro solar para ayudar a la climatización del interior hasta el recubrimiento de fachadas con materiales que son por sí mismos recuperadores de energía. Por no hablar de los sistemas de ventilación eficientes. Marisol Martín, investigadora del Instituto de Micro y Nanotecnología (IMN-CSIC) enumera tres de los desafíos marcados en rojo en la agenda: «Buscar nuevos materiales estructurales avanzados y nuevas técnicas de construcción; experimentar con nuevos procesos y métodos que consigan mayor vida útil y resistencia a las condiciones ambientales de los materiales para el revestimiento de edificios; y mejorar las cualidades de las ya eficientes luces LED».
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ENTREVISTA. Alexandra Delgado, investigadora en Arquitectura:
«En España es una tendencia creciente»
Alexandra Delgado Jiménez es investigadora principal de Arquitectura y profesora en la Universidad Politécnica de Nebrija. En 2005 fundó AD Arquitectura Urbana, un estudio orientado al desarrollo y planeamiento urbano integral que se sustenta en estrategias de rehabilitación y sostenibilidad.
-¿Cuánto pueden llegar a ahorrar las ‘passive houses’ respecto a los edificios tradicionales?
-Entre un 75 y un 90 por ciento. Y el resto de la energía puede ser renovable, lo que supone un coste energético muy bajo.
-¿Son adecuadas tanto para los climas fríos como para los cálidos?
-Se debe limitar la demanda energética hasta llegar a un umbral mínimo y esto se debe y puede conseguir en cualquier clima. Está claro que si el clima es extremo el diseño debe tener en cuenta el salto térmico para conseguirlo.
«Se debe limitar la demanda energética hasta llegar a un umbral mínimo»
-Aparte del aislamiento, ¿qué más hay que tener en cuenta para levantar un edificio eficiente?
-Son muchas cuestiones, el diseño arquitectónico es realmente complejo. Por citar algunas, la orientación (la óptima es el sureste para espacios vivideros), si es compacto o no en su volumen, por tener más o menos fachada que intercambia calor o frío o la protección solar, que reduce su incidencia.
-¿Qué materiales hay que priorizar?
-Los materiales son clave. En el caso de las passive houses, algunas de las cuestiones más destacables son la elección del aislamiento, que la envolvente del edificio sea hermética y que cuente con ventanas de altas prestaciones.
-¿Cuentan con buena aceptación en España?
-Es una tendencia creciente y tiene mucho margen de mejora si la comparamos con otros países de nuestro entorno.
-¿Es posible levantar una casa cien por cien eficiente?
-Sí, es posible. Y se trata de eso, de construir, de rehabilitar sin destruir. Los arquitectos tenemos siempre dos clientes: el que nos hace el encargo y la sociedad. Y con una casa cien por cien eficiente respondemos a las necesidades de ambos, por el consumo en uso del edificio y también por la reducción del impacto ambiental y de huella de carbono.
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Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]