Presidenta y fundadora de la plataforma ciudadana España Mejor. La abogada vallisoletana (Olmedo, 1968) se muestra crítica con el lento avance de las mujeres y afirma que «el gran tabú es que en las casas no somos iguales todavía». La esposa del exviceprimer ministro británico Nick Clegg afirma que el sistema político español está orientado «al parasitismo» y es rotunda en su opinión sobre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: «No tiene liderazgo».
Miriam González Durántez critica el lento avance de las mujeres, asegura que no hay ningún político europeo que la asombre y aboga por un sistema preventivo de gestión de los conflictos de interés.
La presencia de mujeres en la alta dirección
«Cuando se produce la sensibilidad social de que hacen falta más mujeres representadas en los niveles altos de dirección y en consejos de administración te encuentras con que hay un conjunto muy pequeño del que elegir. Seguimos teniendo un tapón para las mujeres en los puestos de la alta dirección. Yo era partidaria de las cuotas cuando se empezaron a poner. Me pilló en el Reino Unido, donde hay una gran diferencia cultural porque no les gusta que te impongan cuotas en ningún ámbito, pero me parece una medida de choque tan buena como cualquier otra.
Pero el común denominador que sufren las mujeres para ir subiendo en el mundo laboral es que no hay igualdad en las casas. Eso se ha convertido en un tabú. Conseguimos la igualdad ante la ley, más o menos hemos ido consiguiendo la igualdad en el trabajo… Pero el gran tabú es que en las casas no somos iguales todavía. Las mujeres, desde Guatemala hasta Noruega, siguen haciendo mucho más trabajo que los hombres. Creo que hemos avanzado muy poquito. Por supuesto, no tiene nada que ver con lo que ocurría en los años cincuenta, pero no se progresa lo suficientemente rápido.
El estado del bienestar en Europa se paga con dos cosas. A partir de la segunda guerra mundial las dos grandes contribuciones son la deuda, cada vez más alta, y las mujeres incorporándose al mercado de trabajo. Todo eso se hace mientras las mujeres mantienen una carga adicional que solo se hizo visible durante el Covid. Se habla de conciliación y de hijos; pero no son solamente los hijos, y no solo de 0 a 3 años. Sigues conciliando cuando los hijos van creciendo. Hay un montón de cosas que hay que gestionar y la mayoría que gestiona esto son las mujeres. Tienes una diferencia de horas dedicadas al hogar entre mujeres y hombre hasta en los países escandinavos. No está en el debate público aún.
Para solucionar esto hay que entender que, si queremos mejorar la productividad, una ingeniera tiene que estar trabajando en lo suyo antes que estar limpiando baños. Será una combinación de cosas y un cambio de actitudes. Se puede hacer mucho más desde la sociedad a la hora de evidenciar esta carga, que debe compartirse entre todos, y también debe haber una parte de políticas públicas. Pero no estamos ni empezando. En Noruega se está planteando que tanto la educación privada como pública, sea gratuita. El gasto que supone se compensa con la productividad. No sé si es buena medida o no, pero hay que pensar cómo estos planteamientos pueden afectar a la productividad».
Hay solo el 25% en la alta dirección
«Esta es una de mis obsesiones, llevo 12 o 13 años dedicada a esto. Mensaje: tienes que ser visible. Cuesta mucho llegar, pero además hay una cierta falta de confianza. Lo identificamos con las niñas de entre 12 y 14 años. Empiezan a dejar asignaturas porque piensan que no son para niñas, dejan algunos deportes, y luego tienen más miedo al fracaso que los niños. Esto tiene mucho impacto en los nuevos sectores tecnológicos, que todo es de riesgo y de fracaso. Y esta falta de confianza también se ve en las mujeres a nivel más alto. La imagen que intentan proyectar en el sector tecnología es muy pulida. Son mujeres fantásticas. En el trabajo les va fenomenal, tienen una familia estupenda y están delgadísimas y guapísimas. Podrían ser al mismo tiempo supermadres, supermodelos, superejecutivas… Pero lo que yo quiero es que las niñas vean autenticidad.
Esto me llama mucho la atención el mundo de la tecnología e internet. En servicios legales piensas que los hombres llegaron más alto porque empezaron mucho antes y hasta que llegue la remesa de mujeres… Pero el mundo de la tecnología e internet no existía hace veinte años y aquí estamos igual. O incluso peor.
Tienes que ir copiando lo que funciona en otros sitios. Aquello que funciona en el mundo de la empresa. Por ejemplo, hay programas de consultoras para que vuelvan las madres tras el permiso de maternidad. Eso funciona. Hay que pensar por el bien de las mujeres y la productividad del país. Lo que necesitas por el bien del país cuando has invertido en la educación de la mujer es que te dé la mayor productividad posible».
Conflictos de interés
«Hay que tener un sistema preventivo de gestión de conflictos de interés. Eso lo he tenido yo personalmente. No puede ser más simple. Hay una persona a quien tú le comunicas todas las semanas: estos son mis clientes (y hay que tener mucho más cuidado como abogado, porque si fueses consultor sería más fácil). Y esa persona va retirando al político de este tipo de decisiones. No tiene más complejidad. La razón por la que esto no lo tenemos en España es porque la ley del 2015, donde se miden los conflictos de interés, no está a la altura de los estándares internacionales. La OCDE lleva pidiendo esto desde los noventa. Seguimos sin tener la apariencia de conflictos incluidos en esta legislación o, como defendemos, en un código ético que es de adopción 48 horas. Hay que incidir en los sistemas preventivos donde debe haber una oficina de ética que se puede crear en un mes y medio. Son soluciones fáciles. Es una obcecación no querer moverse en este sentido. Si informas no acabas en los periódicos. Yo he tenido encima a la prensa británica. Los brexitiers ultraconservadores odiaban que fuera española y madre trabajadora, intentaron cada dos por tres tirarme algo. Pero sale esta persona, te lo explica y todo en orden».
Begoña Gómez
«Cuando preguntan no quiero mencionar su nombre. Muchas veces me sacan entrecomillados de cosas que no he dicho sobre ella. Lo importante es la situación personal de cada uno. Ahora se está dictaminando si hay conflicto de interés o no. Si hubiese una oficina de ética y un asesor independiente como nosotros tenemos en el código ético de buen gobierno, esto se hubiera solventado en dos o tres días».
¿Cuál es su aspiración?
«Dinamizar la sociedad civil en España. Me gustaría ver dos o tres España Mejor. Que haya un espacio natural al lado de los partidos donde gente que no se mueva por etiquetas pueda contribuir, tenga un mecanismo, que se piense en las políticas públicas, que dejemos de quejarnos y empecemos a hacer cosas y que se interactúe de una manera natural con los partidos políticos. Otra de mis aspiraciones es crear cantera. Una de las cosas que más me ha gustado este año y pico ha sido ver cómo una persona que se acerca por el interés personal a ese tipo de organizaciones fracasa en tres minutos. Si viene a por un puesto, pues mal. Se ve quién quiere trabajar para ayudar al país y espero que toda esta gente pueda ser cantera de partidos existentes u otros».
«Cuando Sánchez habla de coalición progresista, realmente es con la extrema izquierda»
«A mí me parece que tenemos mucho poder político puesto en muy pocas manos. Los partidos políticos españoles tienen mucho más poder que en el que tienen en los países occidentales de siempre. Pero no tienen las garantías ni los controles básicos que existen en otros sistemas. Es una tarea pendiente de la Transición, y además es la tarea de nuestra generación, porque nuestros padres tuvieron otras tareas. Sabemos muy bien qué hay que hacer. Más controles.
Es muy difícil comparar el caso de España con el del Reino Unido. El primer ministro Keith Starmer ha logrado mover el partido hacia una posición más moderada y más tradicional, alejado de la extrema izquierda; pero Pedro Sánchez está aquí en coalición con un partido de extrema izquierda. Cuando habla de coalición progresista, realmente es la coalición con la extrema izquierda. La oposición a Starmer, y esto no se entiende bien desde fuera, no es el partido conservador, que está en un proceso de espiral que no se sabe dónde va a acabar e incluso puede que desaparezca. Su verdadera oposición es el partido de Nigel Farage, Reform, la extrema derecha, que está pisándole los votos».