Moldavia pasó este domingo por las urnas para certificar si sus habitantes quieren el rumbo a Bruselas de la presidenta Maia Sandu o prefieren acercarse de nuevo a Rusia como antaño lo hicieron algunos de sus sucesores. La confirmación estaba prevista por duplicado: en un referéndum sobre la adhesión de Moldavia en la Unión Europea y en las elecciones presidenciales, todas ellas celebradas el mismo día, en las que las opciones proUE cuentan con cierta ventaja al principio de la noche electoral.
Los primeros sondeos previos, como el realizado por la empresa Intellect Group, muestran que el 44 % de los moldavos votarían a favor en referéndum para apoyar la adhesión a la UE, mientras que el 31% se mostró en contra. El director de la compañía, Jan Lisniewski, señaló que los que apoyan la integración “muestran interés por los procesos de integración europea” mientras que los detractores “están preocupados por las consecuencias o prefieren otras vías de desarrollo”. Por lo que respecta a las elecciones presidenciales, Sandu cuenta con ventaja sobre sus rivales electorales con un 33,65%, algo por encima de su principal rival, el socialista prorruso Alexander Stoianoglo, con un 30,54%, según indican los resultados preliminares de la Comisión Electoral Central moldava. Si ningún candidato supera la mayoría absoluta de los votos, se celebrará una segunda vuelta de las elecciones el próximo 3 de noviembre en la que participarían únicamente los dos candidatos más votados.
Con las urnas ya cerradas, hora local, cerca del 50% de los votantes moldavos, 1,498,505 concretamente ha votado, según apunta la agencia de noticias nacional Moldpres. Este cifra representa una mejora respecto a las últimas elecciones presidenciales, en las que un 41% de la población votó. Desde sectores prorrusos se buscó hacer boicot al referéndum para que no se llegará al 33% de participación, el mínimo estipulado para que este proceso fuera vinculante para el ejecutivo moldavo.
Influencia rusa
Uno de los principales temores del gobierno moldavo era la influencia de Rusia en el país. Este pequeño estado exsoviético sabe lo que es estar bajo la órbita de Rusia (durante décadas formó parte del Imperio Ruso y la Unión Soviética), e incluso una vez recuperó su independencia tras el colapso de la URSS, igualmente recibió presiones de Moscú a través del suministro de gas y del apoyo al estado no reconocido de Transnistria. Y la actualidad no es una excepción pues las autoridades estaban preocupadas de lo que podría ocurrir en la votación.
Ilan Shor, un político próximo a Moscú y huído de la justicia moldava por lavado de dinero y corrupción (participó en el llamado “atraco del siglo” en el que se robaron más de mil millones de euros de bancos del país, el equivalente al 13% del PIB moldavo), fue uno de los promotores del “no”, llegando incluso a prometer dinero a quiénes votaran por dicha opción en el referéndum. Lo hizo desde Rusia, donde reside y donde recibió la nacionalidad recientemente en mayo de 2024. Desde el Kremlin se han negado las acusaciones de inteferencia en el proceso electoral. Así lo ve Dmitri Peskov, el portavov del Kremlin, que declaró ante los medios que desde su punto de vista «el hecho es que allí hay muchas fuerzas políticas y ciudadanos que quieren tener buenas relaciones con Rusia, y se les niega este derecho». Chisinau para limitar la influencia de Rusia bloqueó en 2023 algunos medios rusos estatales.