«¡Canarias no se vende; se ama y se defiende!». Ese fue el grito más repetido en la manifestación celebrada en Las Américas (Adeje). El desfile alcanzó su culmen cuando tomó la playa de Troya. Se produjo allí el más significativo de los contrastes: los turistas que tomaban el sol en la arena, de una parte, y los asistentes a la marcha, de otra. «Basta ya», se leyó en unas letras gigantes en negro sobre fondo blanco mostradas en la orilla del mar.
El centro comercial Metrópolis Center fue el lugar elegido para el comienzo. Varios miles de personas se congregaron poco antes de mediodía. Quedaban lejos las varias decenas de miles que se concentraron en Santa Cruz el pasado 20 de abril. Sin embargo, el número de asistentes se fue incrementando tras arrancar la marcha. La Delegación del Gobierno cifró la afluencia en unas 6.500 personas. Al término del acto, uno de los portavoces de la concentración tinerfeña, Jaime Coello (Fundación Canaria Telesforo Bravo-Juan Coello), optó por no dar cifras y poner el foco en el carácter masivo de la protesta.
Banderas de Canarias con las siete estrellas verdes y sonido de bucios y tambores animaron lacomitiva en dirección a la plaza Salytien, a unos dos kilómetros. Algunas de las pancartas de mayores dimensiones rezaban: «Canarias tiene un límite: ¡por un cambio de modelo!» o «No al proyecto Tumba del Alma».
El paseo costero, ya bajo un sol intenso, dejó imágenes llamativas: la protesta en un sentido y turistas (en muchos casos sin saber muy bien de qué iba aquello) en otro. «¡No hay cama p’a tanto guiri!», «¡¿Dónde está el dinero del turismo?!», «¡No es turismofobia, es supervivencia!» o el conocido «¡Canarias, unida, jamás será vencida!» fueron algunos de los cánticos más repetidos.
Una grúa y unos muñecos tipo papagüevos que caricaturizaban al presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, y al máximo responsable de la patronal hotelera Ashotel, Jorge Marichal, se encontraban entre los elementos destacados del desfile previsto simultáneamente en Barcelona (plaza de Colón), Valencia (plaza del Ayuntamiento), Granada (plaza Nueva), Madrid (Ópera) y Berlín (Neptunbrunnen, Rathausstraße 1).
La protesta se adentró por la playa de Troya y descolocó a algunos bañistas. Inicialmente entró en fila e iba saliendo por otro punto al paseo marítimo, para seguir con dirección a la plaza Salytien. Pero hubo un improvisado cambio de planes que, incluso, pilló con el pie cambiado a la cabecera. Dado el número de asistentes y la posibilidad de fotografiar la playa desde lo alto, optaron por retroceder y concentrarse momentáneamente allí.
Seis meses después
La manifestación se rompió parcialmente tras las fotos. Unos apostaron por la retirada y otros, por seguir en dirección al lugar de lectura del manifiesto final. «Hoy estamos aquí porque nada ha cambiado», comenzó. «Seis meses después de que más de 200.000 personas en Canarias y muchas más en el exterior salieran a la calle y alzaran su voz en contra de este modelo turístico que nos ha llevado al límite, nuestras demandas siguen siendo ignoradas», continuaba el texto, antes de añadir: «La clase política, lejos de escucharnos, nos ha ninguneado. Se ha burlado de nuestras reivindicaciones, incluso apropiándose de algunas de ellas para construir un discurso vacío y engañoso».
«Durante décadas, nos han vendido el cuento de que Canarias vive del turismo. Esto no ha sido más que una campaña para seguir favoreciendo este modelo depredador que enriquece a unos pocos a costa de muchos y muchas», recogía el escrito. «Este modelo turístico no funciona. Con más de 18 millones de visitantes al año, nuestra calidad de vida se deteriora a pasos agigantados», expresaba.
Entre la batería de medidas propuesta por Canarias tiene un límite se encuentra la paralización de proyectos como el hotel de La Tejita, Cuna del Alma o el Circuito del Motor; una «moratoria hotelera y vacacional real»; una ley de vivienda «contra la especulación»; el acceso a la «vivienda digna y real»; una «ecotasa real»; aumentar la vigilancia de los espacios naturales; proyectos de restauración y recuperación de los ecosistemas; medidas contra los vertidos al mar; «no más carreteras, ni aparcamientos, ni trenes».
El manifiesto también abogaba por «poner límite» a la situación, al tiempo que sostenía que la «gente ya no puede más». El motivo: «Porque nuestros espacios naturales están saturados, porque nuestro patrimonio cultural está siendo despreciado y porque debemos seguir protegiendo nuestra identidad, la que permanece viva en cada especie endémica», señaló.
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