Las convulsiones febriles son frecuentes entre los menores de 5 años. Son bastante alarmantes, sobre todo si es la primera vez que se producen, si bien no se trata de una patología grave que ponga en riesgo la vida del niño o vaya a suponerle secuelas, ya que no significan que el menor vaya a desarrollar epilepsia en el futuro.
Lo aclara el doctor Rafael González, pediatra del Hospital Quirónsalud Córdoba y del Centro Médico Quirónsalud Jaén, quien explica que se trata de una reacción del cerebro del niño ante la subida de temperatura que tiene lugar durante los picos febriles. “Habitualmente suceden entre el año y los 5 años de vida”, indica este experto.
En estas situaciones el niño se encuentra rígido y empieza a moverse de manera brusca, con sacudidas rítmicas. Todo ello se acompaña generalmente de una pérdida de conciencia. Suelen durar pocos minutos y se resuelven solas. Durante este episodio es posible que el menor tenga la boca cerrada y morada, así como la mirada perdida, o bien que vomite o se orine.
“Hasta un 5% de los niños pequeños las padecen. Algunos niños tienen más predisposición a padecer este tipo de convulsiones cuando tienen fiebre, y a día de hoy se desconoce su causa”, según sostiene la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Recomendaciones: mantener la calma es lo más importante
A la hora de actuar ante una convulsión febril, a juicio del especialista del Centro Médico Quirónsalud de Jaén lo más importante es intentar mantener la calma y contactar con el servicio de Emergencias 112, para solicitar ayuda, y saber cuál es la posible causa de la fiebre. Lo habitual es que el menor no precise ingreso hospitalario.
El doctor González recomienda colocar al niño tumbado sobre un costado o de lado, en la llamada ‘posición de seguridad’, ya que le permitirá respirar mejor, y lejos de obstáculos con los que pueda lastimarse.
Siempre se debe intentar mantener la calma y controlar su respiración. Desde la AEP insisten en que no es necesario realizar respiración artificial, ni golpear o detener los movimientos del niño, ni tampoco meterle los dedos en la boca porque no se va a tragar la lengua y podría mordernos sin querer.
Cuándo acudir al especialista
Tras una crisis es recomendable que el menor sea supervisado en un centro sanitario, para evitar que no esté asociado a otra patología más grave, y para que los padres puedan recibir indicaciones sobre cómo actuar si vuelve a suceder.
Según el doctor González es conveniente consultar de nuevo con un servicio de Urgencias si las convulsiones febriles tienen una duración que supera los 15 minutos, o si se vuelven a repetir en el menor, y tras recuperar la conciencia se encuentra muy decaído o irritable; y siempre si el niño se queja de dolor de cabeza intenso y vomita.
Tienen un buen pronóstico
No obstante, el doctor González subraya que, en la mayor parte de ocasiones se trata de procesos banales. A pesar de lo aparatosas que puedan parecer, las convulsiones febriles tienen casi siempre un buen pronóstico, que ni siquiera precisa de tratamiento o de un seguimiento especial por parte del especialista, salvo en los casos anteriormente citados.
“Las convulsiones febriles no ocasionan ningún tipo de problema neurológico en el menor, ni tampoco una mayor posibilidad de que desarrollen epilepsia», subraya este pediatra.
Es más, recuerda que, en la actualidad, las convulsiones febriles no pueden prevenirse, y su tratamiento debe ser el mismo que cuando los menores tienen fiebre, es decir, a partir de antitérmicos que deben utilizarse en caso necesario, buena hidratación del menor, y no vestirles demasiado.