El estado de ánimo en el PSOE da cuenta de la situación del Gobierno, cercado por varios frentes judiciales, sin Presupuestos y con una debilidad parlamentaria que pone en duda la viabilidad de la legislatura. Mientras Pedro Sánchez se posiciona a la defensiva, la agitación en el PSOE crece con choques entre los barones y Ferraz, desde la contestación al concierto catalán pactado con ERC a la batalla orgánica por el control de los liderazgos territoriales. “La gente se quiere parapetar en sus territorios porque no se sabe lo que va a durar la legislatura y algunos están pensando ahora en el día después de que se convoquen las próximas elecciones generales”, apunta un antiguo colaborador de Pedro Sánchez en Ferraz.
“Veamos: la mezcla de la falta de Presupuestos, el caso Koldo-Ábalos, la marcha de las encuestas, el sumario sobre Begoña Gómez, un Congreso del PSOE con problemas internos y una Moción de Censura crean una situación delicada de gestionar”, analizaba hace unos días en su blog el diputado del PSOE en la anterior legislatura, Odón Elorza. Tanto en Moncloa como en Ferraz insisten en el mensaje de “tranquilidad” ante el primer gran caso de corrupción en el Gobierno de Sánchez, colocando un cortafuegos en el exministro José Luis Ábalos, y desdeñan los números de una moción de censura por la incompatibilidad entre Vox y Junts y el veto del sector duro del PP a ir de la mano de los de Carles Puigdemont. Asimismo, subrayan en su confianza de llegar a un acuerdo con Junts y aprobar los Presupuestos de 2025 para garantizar al menos dos años de legislatura.
El Gobierno viene insistiendo en que agotará la legislatura casi desde el momento en el que Pedro Sánchez fue investido hace once meses. Esta semana, ante el “¡márchese ya!” que le lanzó Alberto Núñez Feijóo, el jefe del Ejecutivo tiró de su habitual placaje: «Quedan 1.000 días de legislatura”. Fue minutos antes de que trascendiese el último frente abierto al Gobierno. La imputación del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por parte del Supremo, por revelación de secretos al filtrar supuestamente unos correos sobre la situación procesal de Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso.
La estrategia de defensa de Moncloa pasa por su “total respaldo” al fiscal general, aun a cuenta de cuestionar al Supremo que decidió investigarlo por unanimidad. “Ha hecho su trabajo, lo que debía hacer”, defendió Sánchez para referirse a que “persiguió a un delincuente y combatió la desinformación y un bulo” lanzado previamente por el jefe de Gabinete de Ayuso “para situar la mentira del lado de la Fiscalía». Tras ello pasó al contraataque y acusó a la presidenta regional de «beneficiarse indirectamente» de los actos delictivos de su pareja para exigir su dimisión. En el Gobierno confían en que este caso “quedará en nada” y se cerrará en un plazo de entre seis u otro meses.
Unos argumentos similares a los que sostienen respecto al caso Begoña Gómez, aunque la Audiencia de Madrid rechazó archivar la investigación realizada por el juez Juan Carlos Peinado, como solicitaba la defensa y la fiscalía. Este mismo viernes, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid inadmitió a trámite la querella presentada por el presidente del Gobierno -a través de la Abogacía del Estado- en contra del mismo juez por prevaricación al llamarle a declarar en la causa en la que mantiene imputada a su esposa. Desde Moncloa se revolvieron contra esta decisión, al discrepar de «sus razonamientos jurídicos y de su argumentación», además de mostrar su sorepresa sobre «algunas manifestaciones inusuales e innecesarias para la motivación jurídica del auto».
En lo que respecta al caso Koldo, a las puertas de imputación del exministro socialista y exsecretario de Organización, en Moncloa descartan más implicados y se centran en transmitir que actuaron con determinación al pedirle su acta de diputado e iniciarle un expediente de expulsión del PSOE ya hace ocho meses.
Renovación de liderazgos
Más allá de los reveses judiciales, fuentes del Gobierno sí reconocen desde el plano político que el clima generalizado de corrupción genera hastío entre el electorado. Ante ello, entienden que el PP habría llegado a la conclusión de que “desmoviliza más a la izquierda”. Algo que no dejan de compartir, puesto que la izquierda exigiría unos estándares de integridad más elevados. De ahí que se afanen en intentar marcar distancias en su actuación contra la corrupción frente a la de los populares. Con todo, se preparan para afrontar un “circo” en los plenos del Congreso con los populares forzando comparecencias de ministros y focalizando el debate en la corrupción.
Los movimientos en el PSOE, con barones como Luis Tudanca en Castilla y León dispuestos a mantenerse al frente de sus federaciones en contra el criterio de Ferraz, trasladan que no todos en el partido están convencidos de la estabilidad de la legislatura. Algunos incluso se ven reforzados por ello frente a los candidatos de Ferraz, como en Aragón, donde cuestionan la capacidad del aparato federal para llevarse de cara unas primarias. Otros, como en Madrid, Andalucía y Extremadura, limitan las posibilidades de que promueva una renovación.
La incertidumbre determina en buena medida la agitación interna y la sensación de interinidad es un detonante para los choques. Hace tres años, el congreso federal de Valencia fue un remanso de paz orgánica y unidad. Hasta el expresidente Felipe González acudió al cónclave. A Sevilla no acudirá y en su última entrevista disparó sobre la sucesión de Sánchez: “Hay gente de envergadura, varias, yo tengo a varias en mi cabeza”. Sánchez será reelegido para cuatro años más en el 41 congreso.
“Lucha de poder”
En la dirección federal se asume que el congreso de Sevilla, fijado del 29 de noviembre al 1 de diciembre, nada tendrá ver con aquella plácida cita. “Valencia fue una fiesta, este congreso será otra cosa, más político, también por el complejo contexto geopolítico”, señalan fuentes del partido. Todo ello a pesar de que se han retrasado las primarias en los territorios para después del congreso federal y se esté intentando llegar a puntos de encuentro con las federaciones en la propuesta sobre financiación que se llevará a la ponencia. Pese al intento de poner el foco en el debate ideológico y estratégico, desde una dirección territorial señalan que se sustanciará más en una “lucha de poder”.
Los ataques al secretario de Organización, Santos Cerdán, por parte de los barones que temen por su continuidad son una muestra de que las batallas en el PSOE tienen más que ver con lo orgánico que con lo ideológico. Por las funciones atribuidas a la secretaría de Organización no es inusual que detrás de estos conflictos haya deudas pendientes. En Ferraz consideran que “no se atreven” a ir contra el secretario general, Pedro Sánchez, y por eso se apunta a Cerdán. Los afines a Tudanca incluso han pedido su cabeza.
“Esto va de entender el momento del partido y el Gobierno” porque el primero es la “herramienta” para alcanzar o sostener al segundo, apuntan fuentes socialistas para remarcar la necesidad de encarar el congreso federal desde esta premisa. Partido y Gobierno, medio y fin, se moldean mutuamente, por lo que si uno está tocado condiciona al otro.