La vuelta de Gayà trasciende lo deportivo. Hace exactamente un año, el capitán vivió una de las noches más especiales en Mestalla marcando «el gol más bonito» de su carrera en el estadio de su vida. Exactamente, en la jornada 10 de la 23/24. El Valencia CF recibía al Cádiz en Mestalla y una de las grandes noticias para el partido era el regreso de su lateral después de perderse los dos encuentros anteriores por una lesión muscular.
La situación de la entidad no era tan delicada como la actual, pero el conjunto de Baraja estaba inmerso en una mala racha sin conocer la victoria. Dos empates y dos derrotas en cuatro partidos. Gayà volvió y de qué manera. El de Pedreguer abrió la lata y señaló el camino del triunfo a un vestuario falto de luz en ausencia del líder. La realidad es que el gol fue una auténtica obra de arte al alcance de muy pocos. Una vaselina precedida por un toque sutil superaba a un Conan Ledesma que nada pudo hacer, más que observar desde una distancia privilegiada la curvatura de un esférico que acarició la red al entrar.
Aquella noche el coliseo de la Avenida de Suecia volvió a sonreír tras más de un mes sin celebrar una victoria. El ‘14’ portó de nuevo el brazalete de capitán, uno de especial importancia en apoyo a todas esas mujeres que padecen cáncer de mama. Su actuación le valió para obtener los tres puntos y el MVP del partido. Aunque este último siempre ha tenido un papel secundario para un jugador que prioriza el colectivo y el club ante cualquier reconocimiento individual.
Tras el pitido final, los micrófonos saltaron al verde en busca del gran protagonista, quien definió el gol como «el más bonito que ha marcado en Mestalla». También quiso poner en valor la importancia de la victoria, «lo realmente importante para el equipo». Sin duda, la vuelta de Gayà devolvió el carácter y la ambición característicos de un club histórico en España.
El próximo lunes, Gayà entrará de nuevo en una convocatoria oficial cinco meses después. Lo curioso es que nuevamente lo hará en la jornada 10, en casa y con un Valencia falto de casta y espíritu. Su aportación en el campo trasciende lo deportivo. El Valenciano es la última bala de un club histórico aferrado a la poca identidad y ADN que reside aún en él. Mestalla necesita ser más supersticioso que nunca y soñar con que se repita la historia un año después.
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