«He conocido a alguien. Y, como siempre, tengo dudas de si estoy siendo demasiado intensa, de adónde va esto, de que no quiero que me hagan daño… He decidido pasarle la conversación de dos meses a ChatGPT». Así empieza Mimi Oliván, una creadora de contenido española, un vídeo sobre cómo usa la inteligencia artificial para analizar la relación con la persona que le gusta.
Oliván, que en conversación con este diario reconoce usar mucho ChatGPT «no solo para temas amorosos», sino como una especie de terapeuta, tiene varios vídeos con consejos para sacarle partido en el ámbito laboral: pidiéndole que revise su Linkedin y le diga cómo mejorarlo e incluso utilizándolo para practicar futuras entrevistas. Pero el del análisis de conversaciones de Whatsapp se lleva la palma en cuanto a viralidad: supera el millón de visitas.
«Tengo ChatGPT cien por cien integrado en mi día a día», cuenta. «Lo he probado todo: que me organice viajes, que categorice mis gastos y me diga cómo puedo ahorrar, meterle un análisis de sangre para que actúe como médico de familia y me explique si tengo que ir al médico o no, que actúe como entrevistador en una entrevista de trabajo… Conocía aplicaciones a las que les puedes meter chats de Whatsapp para que te digan si ven ‘red flags’ o cómo de amigo eres de alguien. Me pareció interesante usarlo así».
Algunas amigas, añade, lo usan para pedir consejo sobre conversaciones en apps de citas. La fundadora de Bumble, una de las apps de dating más populares, ha llegado a declarar que el futuro de estas aplicaciones son los asistentes de inteligencia artificial. «Habrá un mundo en el que tu asistente de citas podrá concertar citas por ti con otro asistente de citas… y así no tendrás que hablar con 600 personas».
El de Oliván no es el único contenido en la misma línea que se ha movido recientemente, ni siquiera es una práctica que quede en el entorno digital.
«Cualquier psicólogo que tenga pacientes de menos de cuarenta años lo ha escuchado», reconoce Elena Dapra, psicóloga sanitaria y vocal del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. «Nos cuentan cómo han metido las conversaciones y qué les dice ChatGPT. Yo lo he probado por curiosidad para saber qué decía y cómo lo decía. Y creo que podría ser útil. Lo que no sé es si quien lo lee entiende que solo está analizando la parte verbal y que, por tanto, la información es parcial. La parte no verbal de la comunicación le confiere muchísimos matices al lenguaje».
Cómo pedir opinión a la IA
El mecanismo es bastante sencillo, aunque funciona mejor con la versión de ChatGPT premium porque permite subir el archivo comprimido que se obtiene de Whatsapp (en una conversación, se le da a los tres puntitos de arriba a la derecha y se pulsa ‘exportar chat’). Si no, basta abrir el .txt incluido dentro del archivo, copiar y pegar.
Oliván recomienda en su vídeo dar un poco de contexto —nos hemos conocido hace tanto tiempo, hemos tenido tantas citas…— y después pedir el análisis. «Intento apretarle bastante. Hago muchas preguntas, insisto en si está seguro de lo que me está diciendo, le pido que utilice la información de manera neutra. Al final, cuando mejor funciona es cuando le das instrucciones muy claras, tanto de qué rol quieres que adopte como de qué output quieres recibir».
En la conversación que utilizó para el vídeo —con un chico al que estaba conociendo y al que le contó el experimento qué iba a hacer— pidió a la IA ‘green flags’ (banderas verdes o señales de que la relación va bien), a lo que esta respondió cuantificando el número de elogios, planes, preocupaciones, bromas y conflictos detectados en la conversación. Después preguntó directamente si basándose en esa información ella le gustaba a él. ChatGPT respondió que había «indicios» de «interés romántico».
Mireia Cabero, psicóloga y profesora de la UOC, también ha tratado a pacientes que consultan con la inteligencia artificial. «Hay gente que le consulta si está triste o que pide recomendaciones ante situaciones concretas si su terapeuta o sus amigos no están disponibles», cuenta. «Lo que no sé es qué hacen con las respuestas ni qué validez les dan. Pero cuando he leído algunas respuestas que me han enseñado mis pacientes no me han parecido desajustadas. Se da una idea general, aunque de esta a la pista concreta que necesita la persona en ese momento hay un trecho. Ahí es donde entramos los profesionales».
Albajimfe, otra usuaria de TikTok, metió una conversación y le pidió a la IA que analizara las ‘red flags’ (banderas rojas o señales de alerta de que algo no va bien). Detectó un montón: inconsistencia y falta de interés, confusión de sentimientos, posible manipulación emocional, desinterés y distracción. La joven pidió un análisis de compatibilidad y la herramienta se lo dejó muy claro. «Parece que hay serias diferencias en comunicación, manejo de conflictos y niveles de compromiso (…) La compatibilidad es baja». Como reconocería ella después, la IA «acertó bastante el tiro».
Las profesionales consultadas sugieren que uno de las principales desventajas de usar ChatGPT de consultor sentimental es que tiende a confirmar los propios sesgos. «Tú haces las preguntas desde tu propio filtro, vas a comprobar si las intuiciones que tenías eran verdad», dice Dapra. «La ventaja es que te da información, y la información es útil. El problema es que es información sesgada y a la que le falta la parte humana. Al final la inteligencia artificial se basa en una recogida de información, pero faltan todos los matices».
Pese a las limitaciones, Oliván reconoce que cada vez lo utiliza más tanto en lo laboral como en lo personal. «He llegado a ponérmelo en casa y pedirle que me haga preguntas como si estuviera en una cita», ríe. «De momento es bastante formal, a no ser que tú le pidas que sea de otra manera».