Un equipo de baloncesto de Manresa lleva décadas contando con el apoyo de sus animadoras, pero a raíz de un cambio en su política, estas se han marchado, aunque según ellas, no de forma voluntaria.

La nueva entrenadora les ha quitado sus característicos pompones, las faldas y los vestidos. En su lugar, debían llevar pantalones largos y cambiar las coreografías.

Entre los cambios, la entrenadora pidió que modificaran la coreografía a tres días de un partido próximo. Según cuentan, no tuvieron tiempo de hacerlo y fueron automáticamente despedidas.

Las animadoras denuncian la injusticia y lamentan que, después de décadas implicadas en el deporte, se les arrebate su mayor pasión.

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