Era el último duelo entre ambos, pero como no podía ser de otra forma Rafa Nadal no encontró en Carlos Alcaraz ni un ápice de piedad. Avisaba el murciano en la previa de que iba a ir contra «su ídolo» a «full de power», lo que viene siendo a tope de energía, pero la realidad es que no lo necesitó. Jugando a medio gas, sin necesidad de forzar en exceso la máquina, despachó el duelo ante el otrora rey del tenis español (6-3; 6-3) y confirmó su presencia en una final del Six Kings Slam que, de ganar, le saldrá más rentable en lo económico que nunca
Se hizo esperar hasta bien entrada la noche el duelo, porque Novak Djokovic y Jannik Sinner, vencedor y rival el sábado en el partido de los seis millones de dólares, se reventaron a palos durante casi tres horas en la otra semifinal, que tuvo poco de exhibición. Ambos demostraron por qué están, junto al propio Alcaraz, en otra dimensión con respecto al resto del panorama tenístico.
Una dimensión en la que ya no está, ni estará, Nadal, al que solo le queda por delante la Copa Davis, con un papel todavía a discernir, antes de decir adiós para siempre. El inicio del choque mostró a las claras la realidad de la situación del balear. Ocho puntos seguidos firmó Alcaraz casi sin despeinarse, como si jugara contra un ‘amateur’. Al resto, primero, y al saque, después, dos juegos en blanco que dejaron a las claras que el choque iba a estar lejos de ser competido
Le costó aclimatarse a Rafa, lejos ya no de su mejor nivel, si no de uno bueno. Con problemas de movilidad y poco activo de piernas, circunstancias propias de la falta de actividad de alguien que no pisaba una pista desde los Juegos de París de agosto, sufría el de Manacor para responder a la violencia con la que, casi sin querer, golpeaba el murciano.
Sacaba a más de 200 km/h, daba lustre a la derecha firmando golpes a más de 150… Ingredientes perfectos para hacer sufrir a un Nadal falto de partidos (19 este año) pero sobrado, como siempre, de orgullo. Ese del que tiró, a falta de piernas, para levantarse y no irse del partido en el primer set, tirando también de experiencia, que de esa le sobra a sus 38 años.
Se puso firme al saque Nadal, acortó puntos y fue, poco a poco, sacando juegos aprovechando la relajación de su rival al resto. Dejando algún destello rascó tres juegos seguidos con su servicio, pero no hubo un cuarto. A la primera que Alcaraz restó para hacerse con el primer parcial, mordió, volviendo a quebrar, y encarriló una victoria que, en realidad, nunca llegó a estar ni remotamente en duda.
Porque el segundo set fue, más menos, por los mismos derroteros. De hecho, transmitía Alcaraz la sensación de no querer acelerar en exceso y forzar una escabechina en el marcador. Porque cuando lo buscaba, necesitaba muy poquito para desplazar a Nadal, sacarle de la pista y remachar a placer. Como hizo en el cuarto juego del parcial, donde se volvió a enchufar para romper y acabar de encarrilar el choque
Ha elevado el ritmo de juego el tenis con la llegada de Alcaraz y Sinner, y Nadal ya no está para subirse a ese tren. Quizás ahora mismo no lo esté nadie, a expensas de lo que le quede por sacar a un Djokovic que trata de mantener vigente la leyenda del Big Three. Y Nadal, que lo sabe, optó por olvidarse del marcador, y sonreir cada puntito que le sacaba a Carlos. Y disfrutar, que al fin y al cabo ya ha sido suficiente el sufrimiento de los últimos años.
Así, con Alcaraz en modo funcionarial, se llegó al final. Con el de este jueves, se pone fin a la efimera rivalidad que no ha podido ir a más por las lesiones del balear en el tramo final de su carrera. Cinco veces se han enfrentado los que ya son, por méritos propios y palmarés, los dos mejores tenistas españoles de la historia. Tres duelos oficiales (Madrid 2021; Indian Wells 2022 y Madrid 2022), con un balance de dos victorias para Nadal por una de Alcaraz, y otros dos en exhibiciones, el Netflix Slam del pasado marzo en Las Vegas y la de Riad, con sendas victorias para el murciano.
Ahora, solo falta por ver si ambos volverán a hacer pareja y reeditarán el Nadalcaraz de los Juegos en la Copa Davis de Málaga. Pero antes, el balear vivirá un último capítulo de su rivalidad con Djokovic en la final de consolación en Riad.