China ha iniciado esta semana una nueva oleada de maniobras militares alrededor de Taiwán en las que ha simulado el bloqueo y toma de control de puertos y áreas clave de la isla. Esta nueva operación, similar a la que China realizó en mayo en el estrecho de Taiwán y en torno al territorio autogobernado cuya soberanía reclama Pekín, pretende comprobar sus capacidades militares y servir como una «severa advertencia a los actos separatistas» de la isla, considerada por China como una provincia rebelde.

El gobierno chino ha respondido con estos ejercicios militares a las declaraciones del presidente taiwanés, el soberanista William Lai, quien manifestó la semana pasada con motivo del Día Nacional de la República de China (nombre oficial de Taiwán) que la República Popular China “no tiene derecho a representar” a la isla, a la que definió como una tierra de “libertad” y “democracia”. Estas palabras han molestado en Pekín, que ya advirtió de que volvería a tomar medidas contra la isla si “las fuerzas secesionistas que buscan la independencia siguen provocando”, y hasta que se lograse la “reunificación completa” del país.


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El origen de la tensión entre China y Taiwán 

Los primeros colonos conocidos de Taiwán fueron tribus austronesias, que se cree que provenían de la actual China meridional, aunque no fue hasta el año 239 d.C. cuando los registros chinos empezaron a mencionar la isla. Fue después de que un emperador enviase allí una fuerza expedicionaria, un hecho que Pekín utiliza para respaldar su reclamo territorial.

Durante varios siglos estuvo dominada por diferentes países hasta que en 1662 fue administrada por la dinastía Qing de China, para después ser cedida a Japón tras su victoria en la Primera Guerra Chino-Japonesa (1894-1895). No obstante, en la conferencia de Potsdam (1945) se acordó la devolución de Taiwán a China después de la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente, Taiwán pasó a considerarse oficialmente ocupada por la República de China (ROC), que comenzó a gobernar con el consentimiento de sus aliados, Estados Unidos y Reino Unido.

En los años siguientes estalló una guerra civil en China y las tropas del entonces líder Chiang Kai-shek fueron derrotadas por el ejército comunista de Mao Zedong. El fracaso militar provocó la huida de Chiang, los restos de su gobierno del Kuomintang y sus partidarios (alrededor de 1,5 millones de personas) a Taiwán en 1949. 

El ejecutivo de Chiang en el exilio afirmó en un principio que representaba a toda China y ocupó su sitio en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, además de ser reconocido por muchos países occidentales como el único gobierno chino.

En 1971, la ONU trasladó el reconocimiento diplomático a Pekín y siete años más tarde Estados Unidos admitió las oportunidades para el comercio con China y la necesidad de desarrollar relaciones, estableciendo formalmente vínculos diplomáticos con Pekín en 1979.

Desde entonces, el número de países que reconocen al gobierno de Taiwán ha disminuido drásticamente y hoy en día sólo 12 países lo hacen debido, en gran parte, a la presión que ejerce China.

Las relaciones entre China y Taiwán

China propuso la opción llamada «un país, dos sistemas», que según dijo permitiría a Taiwán una autonomía significativa si aceptaba quedar bajo su control, sistema que resultó ser la base del retorno de Hong Kong a China en 1997. Sin embargo, Taiwán rechazó la oferta, lo que llevó a China a insistir en que el gobierno de la República de China de Taiwán era ilegítimo.

En el año 2000, Taiwán eligió a Chen Shui-bian como presidente, quien había apoyado abiertamente la «independencia» de la isla, en un claro desafío a China. Situación que se repitió en 2016 con la victoria de Tsai Ing-wen como presidenta (perteneciente al mismo partido político que Chen Shui-bian). Bajo su mandato, las relaciones entre ambos lados del estrecho se deterioraron y China cortó las comunicaciones oficiales con Taiwán después de que Tsai asumiera el poder, argumentando que se debía a su negativa a respaldar el concepto de una sola nación china.

El papel de Estados Unidos

Estados Unidos está obligado por ley (aprobada por el Congreso estadounidense poco después de la ruptura de lazos formales entre Washington y el gobierno en Taiwán en 1979) a proporcionar a Taiwán armas defensivas y el presidente estadounidense, Joe Biden, ha insistido que Estados Unidos defenderá a Taiwán militarmente, rompiendo con una postura conocida como ambigüedad estratégica.

La isla ha sido durante mucho tiempo uno de los temas más polémicos en las relaciones entre Estados Unidos y China, y Pekín ha condenado cualquier aparente apoyo de Washington a Taiwán. En 2022, tras una visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidenses, Nancy Pelosi, China respondió con una demostración de fuerza sin precedentes y llevó a cabo ejercicios militares en los alrededores de Taiwán a modo de represalia.

Bajo la presidencia de Xi Jinping, China ha intensificado esta «guerra en la zona gris» , enviando un número récord de aviones de combate chinos cerca de Taiwán y realizando ejercicios militares en respuesta a los intercambios políticos entre Estados Unidos y Taiwán. 

El arma de Taiwán

Taiwán produce cerca del 90% de los semiconductores más avanzados del mundo, principalmente a través de Taiwan Semiconductor Manufacturing Co Ltd (TSMC), el mayor productor mundial y uno de los principales proveedores de Apple y Nvidia.

“El 50 % del tráfico de contenedores comerciales pasa por el estrecho de Taiwán cada día y más del 70 % de los semiconductores avanzados que el mundo necesita se producen en Taiwán. Por lo tanto, existe un gran interés en todo el mundo por mantener la paz y la estabilidad”, explicó Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, la semana pasada.

Las dos principales economías del mundo dependen de Taiwán para la producción de chips. El escenario de una guerra detendría el mundo y afectaría. Es, advierten algunos expertos, el mayor arma de disuasión en manos de Taiwán.

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