Jaime Estrany fue un niño milagro. Nació prematuro y con una infección por listeria, sufrió una hemorragia cerebral que le provocó meningitis y también tetraparesia, una forma de parálisis cerebral infantil. Los médicos no tenían esperanzas de que sobreviviera y advirtieron: «Si vive es un milagro». Lo hizo, y durante sus nueve años de vida nunca dejó de reír pese a las dificultades. Lo saben los que tuvieron la suerte de conocerlo. Jaime fue un niño muy feliz y siempre tenía una sonrisa dibujada en los labios. A su corta edad se convirtió en un símbolo de lucha por la integración en Mallorca y fundó, con la ayuda de su familia, la asociación Arka Tapones Solidarios para recaudar fondos de ayuda para los niños que padecen parálisis cerebral. Se convirtió en el rostro del activismo hasta tal punto que toda la prensa se hizo eco de su fallecimiento en noviembre de 2018.

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