Inmuebles –viviendas, edificios, locales comerciales…–, joyas, vinos caros y demás bienes suntuarios. El presunto cabecilla de la trama Koldo, el empresario Víctor de Aldama, disfrutaba de una vida de lujos gracias a los fondos que blanqueaba, vía Portugal, con el entramado de sociedades con que operaba en el negocio de los hidrocarburos. Un entramado cuya pieza en Canarias era Canary Islands Fuel Company SL, una de tantas sociedades pantallas domiciliadas a lo largo y ancho de España con el supuesto objetivo de defraudar al fisco.

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