Fernando Vallespín Oña, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y exdirector del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero es el segundo invitado del ciclo ‘España, claves de hoy’, que este miércoles ofreció una conferencia en el Centro Cultural Las Claras Fundación Cajamurcia en Murcia que llevaba por título ‘Causas del malestar con la política: España no es una excepción’.
La primera pregunta es obvia. ¿Cuáles son esas causas?
Si se le pregunta a la gente en la calle, estoy convencido de que responderían «los políticos». Sin embargo, yo encuentro causas más profundas que tienen que ver con lo que pasa en España y en los países de nuestro entorno, como es la crisis de los partidos políticos, que no es otra cosa que una crisis de representación. Por otro lado, la polarización, que acaba con el terreno común en el que entenderse entre partidos . Y luego, otras causas que tienen que ver con la comunicación de la política, que están relacionadas con la trivialidad con la que se intentan resolver las disputas políticas. Aquí entran las redes sociales.
Ypor ese camino llegamos a la desinformación.
Claro. Desinformación y distorsión de la información. La pregunta que cabe hacerse en este punto es:¿Qué es peor, que no nos creamos nada o que nos creamos las mentiras? ¿Escepticismo completo o entrega completa a medios que son de parte? A la vez, esto conecta con la ‘emocionalización’ de la política o polarización afectiva, según la cual la gente se suma a un bloque o partido por cuestiones identitarias, no ideológicas.
«No sabemos si las democracias sobrevivirán a estos nuevos políticos con tintes autoritarios»
¿Qué ha pasado para que en todo el mundo se coja esta deriva?
Se aprecia un descontento general, sobre todo en el mundo Occidental, que tiene mucho que ver con la aparición de internet y las redes sociales. La gente empezó a recibir memes y whatsapps y se empezó a generar un ambiente político diferente, que dio origen a un nuevo tipo de populismo, menos agresivo y más banal. Estoy pensando en Berlusconi… Con el tiempo, eso ha ido conformando un espacio público bastante venenoso.
Y que no toca fondo.
Entre otras cosas, por esa economía de la atención que impera en los medios. Hay una enorme oferta de información y opinión y la única manera de que la gente atienda es dándole aquello que capta más su atención, que son las emociones, la bronca y la crispación. Solo hay que ver un telediario:no se ven debates serios sobre vivienda, que los hay, sino sesiones de control con enfrentamientos entre los distintos líderes de los partidos.
¿Tiene que ver el malestar con la política con el euroescepticismo?
Está relacionado porque la política se ha convertido en algo muy lejano. La mayoría de decisiones que afectan sobre nuestra vida se deciden en Bruselas y cuesta más que se expliquen y entiendan en casa.
Fernando Vallespín, este miércoles en el Centro Cultural Las Claras. / Israel Sánchez
El gran problema que tiene este país ahora es el del acceso a la vivienda. ¿No afecta a este malestar el que los políticos no hayan sabido poner soluciones?
Evidentemente. La causa fundamental del desapego a lo político aparece cuando estos actores no cumplen con sus promesas. Pero hay que tener en cuenta que muchas veces las soluciones no son fáciles y los políticos no son capaces de resolver los problemas por falta de apoyos de otras formaciones.
¿Y cómo afecta al debate público el fenómeno de la inmigración?
Es una de las causas del aumento de voto a los partidos populistas, sobre todo fuera de España. Aquí tenemos la suerte de que los migrantes sudamericanos son más fácilmente aceptados. No obstante, se puede observar en zonas rurales cómo la migración africana crea rechazo porque les cambia la constitución social de sus comunidades. Así aparecen los discursos racistas y xenófobos de los políticos.
¿Cree que la ola reaccionaria internacional es consecuencia de este malestar?
Es respuesta a la situación política actual. Hay sensación de pérdida de control. Se enlaza una crisis detrás de otra: la de 2008, coronavirus, Ucrania, etc. Así surge este movimiento que clama por la vuelta a las fronteras o a la economía menos dependiente del exterior. Es una respuesta destinada al fracaso porque el sistema sanitario, los cuidados, la agricultura y tantos otros sectores necesitan de la mano de obra de fuera, por ejemplo.
«Las encuestas electorales del CIS son la punta del iceberg; lo más relevante está sumergido»
Usted fue presidente del CIS, una institución que está siendo muy criticada en los últimos años. ¿Entiende por qué?
Precisamente, como expresidente del CIS, no puedo entrar a criticar a quien ocupa el cargo que yo ostenté. Sí que puedo hablar de lo que ha hecho y hace esta institución. La gente solo se queda en las encuestas con valor electoral, pero estas son solo la punta de un iceberg en el que lo más relevante está sumergido. El CIS hace grandes encuestas sobre la sociedad española y lleva todo el período democrático guardando su memoria. En eso deberíamos fijarnos.
¿Cómo podemos volver a cogerle el gusto a la política?
No lo sé. Estamos en un período de fractura cuya causa está en las transformaciones tecnológicas, como la Inteligencia Artificial, que está al borde de su generalización. Este nuevo mundo crea unas resistencias, que vemos en los populismos. La gran incógnita es si las democracias conseguirán sobrevivir o no a estos nuevos políticos seductores con tintes autoritarios.