Lamine Yamal, en el partido ante Dinamarca en el que lució por primera vez el dorsal número 10 con España. / Associated Press/LaPresse

Después de tantos años, nadie nos va a contar en qué consiste el lío de las ventanas de selecciones. Casi lo recitamos sin parpadear. Los clubs, que pagan la fiesta, sufren por sus estrellas y tratan de preservarlas. Los seleccionadores se juegan su cargo y el prestigio de un país. Mete a los mejores, estén o no cargados. Un pleito sin acto de conciliación en medio de un calendario demencial. Se entiende el conflicto.

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