«En Doñana hacen falta unas acciones inmediatas, en parte están ya trazadas, que están orientadas o definidas, pero no se llevan a la práctica con la suficiente rapidez». Así de contundente se ha mostrado Miguel Delibes de Castro, presidente del Consejo de Participación del espacio protegido hasta la pasada primavera, minutos antes de la presentación de su nuevo libro en la Casa de la Ciencia de Sevilla este martes.
La Junta de Andalucía y el Gobierno, tras un conflicto encarnado por el anteproyecto de ley de ampliación de regadíos en el entorno de Doñana, alcanzaron un acuerdo en noviembre de 2023, tildado de «histórico» y que ha supuesto el impulso de un gran paquete de medidas de todo tipo, desde las puramente medioambientales hasta las socioeconómicas, para luchar contra la sobreexplotación del acuífero y la enorme presión humana sobre el parque nacional. Un paso más para blindar la conservación de una joya natural especialmente amenazada.
El Pacto de Doñana continúa enzarzado en la complejidad burocrática y la necesidad de alcanzar acuerdos con las partes, pero una vez lanzada la convocatoria de ayudas directas a los municipios de la zona de influencia para potenciar su desarrollo sostenible, aún están pendientes las subvenciones a los agricultores que permitirán reducir los regadíos de la zona y aliviar la situación del acuífero. Todo ello, con una ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que se marcha a Europa, y una consejera de Medio Ambiente, Catalina García, recién nombrada en la última crisis del Gobierno andaluz.
Sobre las medidas ambientales del plan: «Urge que se hagan ya»
En este contexto, Delibes considera que «ha pasado mucho tiempo ya desde el Acuerdo de Doñana y la situación no ha mejorado». El reputado científico admite que «es cierto que los naturalistas tenemos una prisa, que las administraciones comparten mal, porque en un estado garantista hay normas y se tardan en aprobar las normas».
En esta línea, este profesor de investigación de la Estación Biológica de Doñana (EBD); institución dependiente del CSIC de la que fue director desde 1988 hasta 1996, insta a las administraciones, una vez más, como ha venido siendo la tónica habitual de una trayectoria en la que se ha ganado el respeto de todas las partes, a que las actuaciones medioambientales «se hagan ya y se hagan con mucha urgencia».
Lo que pedimos es ejecutar el plan de la gobernanza forestal, con las correcciones que haga falta, extraer agua superficial para sustituir a la subterránea
Según Delibes, y habla en plural, ya que recoge la postura de los científicos que trabajan en Doñana: «Lo que pedimos no son cosas distintas a las que el Ministerio ya ha planteado, y que a la Junta de Andalucía les ha parecido bien, que es ejecutar el plan de la gobernanza forestal, con las correcciones que haga falta, extraer agua superficial para sustituir a la subterránea».
A la espera de que el Ejecutivo de Juanma Moreno nombre a su sucesor, cuestión compleja, debido a que debe ser «una persona con trayectoria, con la capacidad de poner de acuerdo a todas las partes e imponer respeto para que su voz sea escuchada», tal como ha contado a El Correo de Andalucía, Miguel Delibes continúa con su actividad como divulgador y un ferviente defensor de la naturaleza, como ha demostrado en la presentación de su nuevo libro Gracias a la vida (Ediciones Destino, 2024), en una animada y educativa charla con el actual director de la EBD, Eloy Revilla, y el presidente de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (SECEM), Javier Calzada.
El nuevo presidente del Consejo de Participación de Doñana debe ser «una persona con trayectoria, con la capacidad de poner de acuerdo a todas las partes e imponer respeto para que su voz sea escuchada»
Un libro para reivindicar la importancia de la pérdida de la biodiversidad
«¿Qué perdería yo, o qué perderíamos los humanos, si no existieran tales bichos, o si desaparecieran aquellas plantas?», esta es la pregunta que el científico le hace al lector en el arranque de una nueva obra de divulgación, que es nada más y nada menos el intento de este biólogo de convencer a su padre, el escritor Miguel Delibes, de por qué la pérdida de biodiversidad es un tema que afecta a todo el mundo y puede suponer «un suicidio colectivo», tal como también recoge su capítulo introductorio.
Delibes de Castro es uno de los grandes precursores del ecologismo en España y está considerado como uno de los mayores expertos del lince ibérico. Sobre este libro asegura que «entendí a través de mi padre que la sociedad no era consciente de que esto fuera un problema serio, que le podía parecer más sentimental y no trascendental, y que tenía que contarlo».
Para Delibes, «yo llevo muchos años diciendo que la educación ambiental debe ser formativa, no solo afectiva, no solo convencer de que los animales y las plantas merecen vivir, sino explicar qué hacen, por qué los necesitamos, y eso es lo que intento con el libro», apostilla.
«Un himno a la vida» para aprender y educar
En cada capítulo se ocupa de dar gracias a un ser vivo, y muchos de ellos son los menos frecuentes o «los más feos», como ha recalcado bromeando uno de los asistentes al acto de la Casa de la Ciencia. «Por ejemplo, los microbios, que tienen mala fama, pero la inmensa mayoría nos vienen bien. Hay tantos microbios en nuestro cuerpo como células. Un científico dijo que si eliminan todas nuestras células, dejando los microbios, se nos reconocería, o sea, podríamos saber que tú eres tú y yo soy yo, aunque no estemos allí, aunque solo haya microbios», explica entusiasmado como si acabara de empezar a investigar.
«En los tiempos que corren, y por motivos plenamente justificados, los escritos sobre temas ambientales suelen ser agoreros, cuando no directamente catastrofistas. Mi intención es la contraria. Me gustaría que este libro pudiera entenderse como un himno a la vida, igual que la canción de Violeta Parra», concluye en sus primeras páginas.