Un año más se acerca el último fin de semana de octubre y con él, el cambio de hora. Y, de nuevo, más de 200 instituciones y organizaciones europeas urgen a la Unión Europeaa acabar con esta práctica. Parece el día de la marmota, pero es que las pasadas elecciones europeas, y la renovación de cargos que implicaron, han vuelto a situar las fichas en la casilla de salida y todas estas entidades y expertos, agrupadas en la Declaración de Barcelona sobre Políticas del Tiempo, quieren que los estados miembros reactiven el proceso y sitúen en sus agendas como tema prioritario el fin del cambio de hora.
Con esta voluntad, una delegación de miembros de la Red de Gobiernos Locales y Regionales para las políticas del tiempo y de la Time Use Iniciative se reunirán el próximo 28 de noviembre en Estrasburgo con eurodiputados para pedirles que el fin de esta pràctica de retrasar los relojes una hora para entrar en el horario de invierno y de adelantarlos una hora para el horario de verano sea una realidad en 2026. Si este objetivo se cumpliera, nos quedarían solo tres cambios de hora, el de este 27 de octubre y los dos de 2025.
Esta demanda está en línea con el Manifiesto Tick-tock Europe sobre políticas del tiempo, lanzado por la Time Use Initiative el pasado junio, que incluye 12 cambios que estos colectivos consideran que Europa necesita implementar para garantizar el derecho al tiempo a toda la ciudadanía europea. Uno de ellos es la formulación de una hoja de ruta para poner fin al cambio de hora estacional (DST) para 2026.
Algunos de los firmantes son Tempo Territorial, la Asociación Internacional para la Investigación del Uso del Tiempo (IATUR), la Sociedad Europea de Ritmos Biológicos (EBRS), la Alianza Internacional para el Tiempo Natural (IANT), la Asociación Médica Europea (EMA), y muchos gobiernos regionales y locales como los de Barcelona, Rennes, Estrasburgo, Lille, Milán, Bolzano o Bérgamo.
Tanto la Comisión Europea como el Parlamento Europeo ya se comprometieron en 2019 a poner fin al cambio horario pero la irrupción de la pandemia dejó apartado el tema de la agenda de los gobiernos. En 2023, parecía que la UE lo volvía a retomar, pero llegaron las elecciones europeas. Ahora, las entidades de la Declaración de Barcelona vulven a la carga. El principal obstáculo es que por ahora no ha habido consenso entre los estados miembros sobre cómo concretar la ejecución de la reforma.
La petición de acabar con el cambio de hora y que cada país se sitúe en sus husos horarios naturales parte de la evidencia científica. En los últimos 30 años, un creciente número de investigaciones han señalado los efectos perjudiciales de vivir en zonas horarias desalineadas. Estos impactos , recuerda Marta Junqué, directora de la Time Use Initiative, «se extienden más allá del ahorro de energía fallido e incluyen más riesgo de cáncer, diabetes, obesidad y trastornos metabólicos. Los estudios también han demostrado efectos negativos en el rendimiento de las personas trabajadoras y estudiantes, así como en el PIB general. Además, vivir en la zona horaria incorrecta puede provocar problemas de salud mental, fatiga, letargo y disminución de la concentración».
Hace justo un año, y para facilitar las cosas a la UE, un grupo de expertos elaboró un plan de transición para acabar con los cambios de hora y establecer zonas horarias naturales de forma permanente en Europa. Para entendernos, sería quedarnos con lo que llamamos horario de invierno. En una primera fase, todos los países de la UE eliminarían el cambio de hora en primavera y mantendrían la hora que usan en invierno. Aquellos países cuya zona horaria recomendada ya sea su hora estándar actual, no necesitarán realizar más pasos.
En una segunda fase, aquellos países en los que, tras ejecutar la primera fase, su zona horaria recomendada aún no sea su hora estándar (caso de España), retrocederán sus relojes por última vez en otoño, para poder adoptar su zona horaria recomendada como nueva hora estándard.
El plan para España
En el caso de España, el horario natural que le corresponde en función del mapa de 24 franjas en las que se divide el planeta es el horario del Meridiano de Greenwich; es decir, la hora del Reino Unido o de las Canarias.Una hora menos de la que tenemos ahora.
En su plan de transición, los expertos plantean dos opciones para España. Una primera opción, en dos fases, consistiría en no cambiar al horario de verano y quedarse en horario de invierno. Y en una segunda fase, en otoño, ya restar una hora y pasar definitivamente a la hora del Meridiano. Una segunda opción consistiría en unificar esas dos fases y hacerlo todo de golpe. Es decir, no cambiar al horario de verano y restar una hora.
España está, a efectos del plan de transición, en el grupo de países cuya zona horaria recomendada no es su hora estándar. Son Portugal, Bélgica, Francia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos. En 1940, Franco cambió el huso horario español para ajustarlo al de la Europa central y alinearse con el horario de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini. Y ahí seguimos.